Aunque siempre criticado y cuestionado, el remake como fenómeno fílmico eventualmente logra abrir el espectro para asimilar el discurso original y despegarlo hacia direcciones insospechadas, actualizar lecturas, aportar ideas propias e inclusive perfeccionar aspectos estéticos y técnicos que en su momento resultaron imposibles, hasta el punto de poder confrontar a la obra primigenia. Pongamos como ejemplo Todo Sobre Mi Mujer (Min Kyu-dong, 2012), la versión sudcoreana de la exitosa comedia romántica argentina Un Novio Para Mi Mujer (Juan Taratuto, 2008).
Imbuida de cierto espíritu alleniano, Un Novio Para Mi Mujer narra el dilema del apocado dueño de una tienda de artículos de iluminación quien viéndose incapaz de postergar por más tiempo su deseo de divorciarse, contrata los servicios de un mítico seductor cuya fama recorre toda la ciudad a pesar de su apariencia anti-erótica, para que se haga cargo de su mujer. Y es que no se trata de cualquier mujer: irascible, misántropa, pesimista y poco femenina, haciendo ver a la protagonista de My Sassy Girl como la pareja perfecta. No resulta ninguna sorpresa que conforme el cortejo siga su curso, aquel hombre repare que fueron justamente esos defectos por los que alguna vez se sintió atraído. ¿Suena demasiado cursi? ¡Lo es!
En términos generales, la cinta sudcoreana respeta dicha premisa, empero, he aquí una muestra del por qué la cinematografía del país asiático reinventó el género al inicio del siglo en plena efervescencia del hallyu, al tratar de profundizar en sus propios personajes, respondiendo a preguntas como: ¿De qué manera se conocieron? ¿Llegaron a tener algo en común? ¿Quién es realmente esa mujer que se encuentra perpetuamente peleada con el mundo entero? ¿En dónde reside el encanto de ese moderno Casanova? Inclusive, las ligeras alteraciones dentro del guión, cobran otra dimensión y extrañamente son útiles. Por citar algunas, aquí el protagonista trabaja en un prestigiado bufete de arquitectos, con lo que se explica la facilidad para disponer de una fuerte suma de dinero en cierta escena clave; ese mismo trabajo provoca que se vea obligado a mudarse durante algunos meses a una ciudad más pequeña, en donde fortuitamente su nuevo vecino es ese conquistador profesional ya retirado del negocio, desechando así la idea de que este es reconocido por cualquiera que se atraviesa en su camino, la cual siendo sinceros no era muy convincente que digamos…
Y así llegamos a la mexicana Busco Novio Para Mi Mujer, segundo filme de Enrique Begne. Si la reimaginación oriental delineó rasgos personales y supo detectar cuáles eran los elementos que no funcionaban en la trama, ¿qué propone la película protagonizada por Sandra Echeverría, Arath de la Torre y Jesús Ochoa? Regurgitar de manera conformista secuencia tras secuencia, diálogo tras diálogo de su contraparte argentina, y no sólo eso sino replicándolo mal, sin timming cómico (Jesús Ochoa, nunca temeroso del ridículo, rasurándose el bigote y poniéndose unas patillas esperpénticas; Mónica Huarte haciendo por enésima vez su interpretación dizque simpática de ninfómana histérica), ni convicción (Sandra Echeverría, también productora del filme, definitivamente nunca alcanza el registro que se requería) Peor aún, insólitamente el personaje femenino gradualmente pierde presencia hasta el punto de convertirse en secundario. No es de extrañar pues que con comedias clasemedieras como esta, al remake le cueste ganar adeptos.