Una pianista tímida e insegura buscando emanciparse de su despreciable tutor y volver a participar en un concurso musical, se muda a un loft ubicado en un barrio clasemediero parisino sólo para descubrir que existe un problema de insonorización en el edificio así como el hecho que su vecino es un antisocial y misántropo inventor de complejos juegos de habilidad mental, quien no ha salido de su casa en los últimos siete años. ¿Qué podrá ocurrir entre un par de desconocidos de personalidades opuestas, divididos por una pared y que ni siquiera saben el nombre del otro? Sí, justamente lo que se están imaginando.
A diferencia de la japonesa Man, Woman and The Wall (Masashi Yamamoto, 2006) con aquel reportero enamorado de la sugestiva voz de su vecina con la cual va enterándose de toda clase de detalles en torno a su vida diaria, y en donde el tono del relato cambia drásticamente cuando escucha que esta comienza a ser acosada por medio de llamadas telefónicas anónimas; Me Quiere, No Me Quiere…, dirigida, escrita y protagonizada por Clovis Cornillac, se reduce a una serie poco inspirada de montajes con split screen musicalizados por viejos éxitos de Nancy Sinatra y Aretha Franklin para así poder resolver cierta progresión dramática (de cómo la quietud de ambos se ve alterada a la manera que deben de adaptarse a las rutinas del otro y de ahí a cómo comienzan a relacionarse, necesitarse y fantasear en total disparidad con la realidad).
No falta la secuencia del coito virtual mientras ella interpreta el opus 9 del Nocturne de Chopin, las complicidades y confesiones simulando planos subjetivos (el motivo del enclaustramiento de él, la razón por la que ella es una ejecutante virtuosa pero completamente desangelada), la intromisión de personajes secundarios como la hermana promiscua de ella y el amigo divorciado pobrediablesco de él, y una larga sucesión de malos entendidos.
Si esta comedia romántica francesa consigue funcionar a pesar de la fórmula es gracias a que respeta una de las reglas básicas del género: la pareja ante todo debe de irradiar química y aquí se las arreglan para dejarlo en claro, aunque técnicamente en ningún momento lleguen a compartir cuadro.