Después de un ataque militar «anti terrorista» por parte de la milicia norteamericana, vemos al presidente de los Estados Unidos realizar su rutina deportiva matutina que comparte con su guardaespaldas de confianza. Este es el preámbulo de Londres Bajo Fuego (London Has Fallen), secuela de aquella cinta de acción estrenada hace apenas tres años, titulada en México como Ataque a La Casa Blanca (Olympus Has Fallen).
Esta segunda parte hace ver a la original como Casablanca pues resulta en un panfleto patriótico estelarizado por un grupo de talentosos actores, todos ellos desperdiciados en un insustancial libreto y dirección pedestre. Desde que se nos invita a ver una película con tal ruidoso título no esperamos más que una función de divertimento, sin embargo los estándares por parte de los realizadores en Hollywood han llegado a condiciones tan triviales que pareciera que estamos ante un producto realizado exclusivamente para la televisión, el cual exhibe la necesidad de emplear más horas render en sus efectos digitales.
¿Qué es lo que atrae a histriones de la talla de Aaron Eckhart, Angela Basset y Morgan Freeman a colaborar en un proyecto con estas características? Supongo que el jugoso cheque que recibirán al final del rodaje, después de todo hay que pagar las deudas de alguna manera pero me vuelvo a cuestionar, ¿no habrá mejores oportunidades para chambear en la industria cinematográfica?
Ahora, el caso de Gerard Butler se cuece a parte pues el actor habría debutado arrastrando las esperanzas de varios productores de convertirlo en la próxima figura estelar del cine de acción. El intérprete escocés posee una personalidad afable que gusta tanto al público femenino como al masculino por lo que las expectativas alrededor de su persona eran grandes en el pasado; sin embargo su más mayor éxito comercial hasta la fecha ha sido precisamente Ataque a La Casa Blanca después de una serie de fracasos estrepitosos en taquilla (Dioses De Egipto su mas reciente revés) por lo que había la necesidad de explotar lo logrado con el rol del agente secreto Mike Banning quien está dispuesto a hacer hasta lo imposible por resguardar el bienestar del mandatario.
Todo parece indicar que este personaje está diseñado para ser interpretado por una personalidad como la de Bruce Willis o Arnold Schwarzenegger, hombre duros que al articular apenas un conjunto de palabras arrancan inmediatamente los aplausos de la audiencia, quienes también vitorean la capacidad de estos héroes de ejecutar a sus enemigos con una sola bala. Butler no posee el carisma de los anteriores por lo que Londres Bajo Fuego termina por aparentar una cinta de clase B estelarizada por un grupo de actores en busca de remuneración inmediata.
Los guionistas ni siquiera se preocuparon por renovar las circunstancias inverosímiles de la original, las cuales aprobamos en su momento por tratarse de una primera producción. De forma inexplicable, el Presidente (Eckhart) vuelve a ser víctima de una grupo de terroristas (la xenofobia implícita en el relato merece renglón a parte) pero ahora relocalizada la acción en la ciudad de Londres, entidad que goza de incentivos fiscales para las producciones cinematográficos foráneas. El chiste se cuenta solo. Lo único que solicitamos en este tipo de películas es que por lo menos se administre un poco de inventiva y novedad, nada más.