El ocaso de la vida de una persona no es un tema menor. Quizá por ello, al ser retratado en pantalla, varias historias están orientadas a la desgarradora despedida, a la pseudoreflexión de la vida y la muerte, más fácil y no siempre de buen gusto.
Por ello es que cintas como Una Sonrisa a la Vida (Truman, 2015) destacan entre el resto. Es un filme con rasgos de road movie, orientado a homenajear el espíritu de la amistad (sin caer en lo presuntuoso), impregnando de genuina esencia a sus protagonistas en vez de recurrir a las lágrimas de cocodrilo y la filosofía barata.
Esto se ve concretado en pantalla con la historia de la visita de Tomás (Javier Cámara), un hombre argentino radicado en Canadá y que acompaña a su amigo Julián (Ricardo Darín), un actor que vive en Madrid, para cumplir ciertos deberes en el comienzo de la fase terminal de un cáncer de pulmón; entre los que se encuentra el hallar un hogar para su perro bullmastiff, Truman, una vez que Julián ya no pueda atenderle. Sin embargo, durante los cuatro días de visita, Tomás se vuelve el acompañante y consejero de su amigo, quien sin intención, comienza a encontrar y enfrentar sus triunfos y errores, para hallar paz en su lecho de muerte.
La composición del filme resulta muy interesante, a pesar de que, en apariencia, maneje elementos sencillos. Por un lado tenemos a Tomás, quien funge como guía espiritual de su amigo – y cuyas labores recuerdan a las propias de los fantasmas de A Christmas Carol y también a las de Virgilio en La Divina Comedia de Dante Alighieri -, ya que el personaje de Julián se encuentra en un punto donde requiere asesoría y otro enfoque para repasar su vida, pero también tolerancia hacia quien es y sobre todo a su condición.
La química entre ambos actores es excelente, y por ello el filme no cae (tanto) en el bromance cursi. Por el contrario, vemos una relación natural, que transmite las características de una amistad longeva, donde sus integrantes se dicen lo que sienten y dan sus opiniones sin tapujo alguno, de manera sincera y divertida. Aunque existen escenas que resultarían innecesarias en otros casos, en éste vale la pena verlas por la camaradería que transmiten Darín y Cámara en pantalla. Sin embargo, el punto débil del filme es su conclusión, que no logra amarrar todos los sentimientos sacudidos durante su desarrollo, y que puede dejar cierto vacío en el espectador.
Con actuaciones que encajan de manera natural y una historia de buen ritmo, Una Sonrisa a la Vida aborda, más que la vida y la muerte, el tema de la amistad. De situaciones sencillas y con las que es fácil empatizar como espectador, maneja un humor y drama de buen gusto, nivelado y que lo hace disfrutable para la mayoría del público.