Una de las características más discutibles de la nueva temporada de Game of Thrones (que ha estado presente en distintas proporciones en otras temporadas) es el minúsculo tiempo que se le da a cada una de las historias para un adecuado desarrollo, lo cual puede restarle importancia a la serie de importantes revelaciones que presenta este sexto episodio, «Blood of my Blood», particularmente indicándonos cuáles son los posibles frentes de la guerra por el Trono de Hierro, así como los posibles aliados de cada uno.
Una gran primera revelación fue el del destino del tío de Bran, Benjen Stark. Lo que nos gustó es que su sorpresiva y oportunísima aparición tiene una justificación, ya que debido a su relación con los Hijos del Bosque (quienes le revivieron) y con el Cuervo de Tres Ojos, Benjen mantiene un vínculo estrecho con este último, y el hermano de Ned (también llamado Coldhands en los libros, cuya identidad permanecía en el misterio para los lectores hasta ayer) además puede fungir como mentor para Bran en cuanto al dominio de sus viajes en el tiempo. Este nuevo aliado da grandes esperanzas para Meera y Bran al Norte.
Del otro lado del reino, algo muy interesante ocurre con Daenerys Targaryen, pero también con Jaime y Cersei Lannister. Considerando las necesidades y condiciones de cada bando, podríamos suponer que en algún punto juntos podrían tomar Westeros, ya que Daenerys, aún con el hallazgo de Drogon, necesitará aliados que le expliquen la dinámica del lugar, mientras que Cersei y Jaime se encuentran más debilitados que nunca por la enajenación que sutilmente ha ejercido High Sparrow en la mente del pequeño Tommen. Estado y religión son un par peligroso, por lo que se necesitará no sólo a éste par, sino que también en algún momento Dorne podría unirse a la alianza, eso sí, con grandes roces con los Lannister, así como probablemente los Tyrell.
Mientras tanto, lo ocurrido con Sam y Gilly en Horn Hill puede complicar las cosas para el par, pues Randyll Tarly parece un padre de familia suficientemente alienado con la definición de los herederos y la condición de su hijo, que recuerda mucho a Tywin Lannister y su relación con Tyrion. El acto de valentía de Sam al llevarse a su familia, y de tomar la espada de acero valyrio puede traerle muchos problemas, ¿dónde se refugiará ahora? Aquí algo nos huele a un encuentro con Little Finger, ¿o podría haber un encuentro con Walder Frey? En el Norte, recordemos, las alianzas han comenzado a forjarse, y ahora que conocemos el destino de Edmure Tully (quien, recordemos, es hermano de Catelyn Stark y, por ende, tío de Bran, Sansa y Rickon) algo grande podría desatarse en el lugar.
La postura que hasta ahora nos parece una incógnita es la de Arya Stark, quien en un arranque de nostalgia hace a un lado todo lo aprendido con Jaqen H’ghar y va por Needle, recuperando así todo rastro de dignidad norteña al salvar a la que tendría que haber sido su víctima. Con los conocimientos y entrenamiento de Jaqen, el objetivo de Arya ahora es más incierto que nunca. ¿Consumará su venganza? ¿Buscará a su familia sobreviviente en el Norte? Sea cual sea su camino, tendrá que mantenerse alerta ya que la temible Waif estará detrás de ella.
Muchos regresos y frentes con aliados cada vez mejor definidos, nos hacen pensar en dos grandes batallas en el universo de George R. R. Martin, en el Norte y en Westeros. ¿Veremos ambas en esta temporada? Sólo restan cuatro episodios, en los que esperemos que las líneas argumentales vayan cruzándose cada vez más para tener una historia más completa.