En El Niño y la Bestia (The Boy and the Beast, 2015), su proyecto fílmico más ambicioso hasta ahora, Mamoru Hosoda continúa explorando los temas de sus trabajos previos, sobre todo la niñez y la adolescencia así como la relación entre padres e hijos. Hosoda presenta una narrativa en principio simple, que bebe de todas las historias sobre un maestro y su discípulo, pero que se va expandiendo hasta convertirse en un retrato complejo, con tintes épicos, sobre lo que significa crecer y encontrarse a uno mismo.
Si en Ame & Yuki: Los Niños Lobo (Wolf Children, 2012) Hosoda ya había presentado animales antropomorfos, ahora ha creado un universo mayor con dos mundos diferentes: el de los humanos, representado por una moderna metrópolis, y el de las bestias, un lugar mucho más tradicional y simple. Como alegoría a la relación entre los humanos y las demás especies que habitan la Tierra, aquí existe una diferencia esencial que separa a las personas de las bestias: estas últimas no tienen un lado oscuro que podría consumirlas.
El hilo narrativo es el cambio de poder en el mundo de las bestias, el nuevo líder será elegido a partir de un combate entre dos contendientes (uno de ellos resulta ser Kumatetsu, la bestia protagonista). Ante el reto de comandar, una de las características esenciales que se busca en los candidatos es que puedan educar a un pequeño pupilo. De ahí surge el importante tema de la paternidad ya que Kumatetsu -debido a su personalidad soberbia -, no tiene ningún estudiante, mientras que su contrincante es padre de dos y esto es muy bien visto por la sociedad animal.
El Niño y la Bestia se podría pensar como un estudio sobre el crecimiento a partir de casos diferentes que tienen cuestiones en común. Está nuestro protagonista humano de nueve años (Ren/Kyuta), inicialmente vagando solo por las calles de la ciudad tras el divorcio de sus padres y el posterior fallecimiento de su madre; sus dificultades continuarán cuando se erige como el pupilo de Kumatetsu en un mundo totalmente diferente al suyo donde los humanos no son aceptados.
En un film que logra abarcar hasta los años adolescentes de Kyuta, añadiendo subtramas y desarrollando personajes en principio menores, también aparece una adolescente (Kaede), quien por el contrario sí cuenta con sus padres, pero la rigidez y el egoísmo de los mismos la dañan y privan de ser ella misma. Otro caso es el de una bestia que, por razones que no revelaré, no se siente parte de su familia; además, el pasado del propio Kumatetsu se asemeja al caso inicial de Kyuta porque pasó su infancia sin figuras adultas cerca de él.
Por medio de estos personajes, Hosoda se dispone a explorar un par de cuestiones en particular: el lazo entre dos seres a partir del entendimiento del otro, y obviamente la repercusión del accionar de los padres en los infantes y adolescentes.
Si bien El Niño y la Bestia nos muestra en todo momento el sentir de Kumatetsu – quien en el fondo ve a Kyuta como su propio hijo -, se enfoca más en la perspectiva de los menores; sin embargo no cae en lo simplista y siempre nos da indicaciones de que los respectivos padres no están afectando a sus hijos con malicia. La aparición, por ejemplo, del padre biológico de Kyuta – un hombre de bien que en el pasado buscó a su pequeño hasta el cansancio -, va de la mano con la complejidad de la adolescencia, que es presentada como lo que realmente es: una etapa llena de confusión y fragilidad donde, de no contar con influencia positiva del exterior, podrían emerger problemas mayores (aquí resumidos en la amenaza latente de la oscuridad absoluta).
Con un trabajo de animación cuidado, que mezcla la tradicional con CGI, El Niño y la Bestia raya en lo visualmente llamativo, pero en ningún momento se aleja de lo personal. Hosoda sigue conectando emocionalmente, ahora con mucha más espectacularidad. Aquí disfrutamos de grandes batallas entre bestias; la llegada del mal en forma de Moby Dick; o incluso de incontables momentos humorísticos (que parten principalmente de la complicada relación entre los malhumorados Kyuta y Kumatetsu); pero ciertamente todo funciona para el relato coming of age del protagonista. Kyuta aprenderá a tomar para si mismo lo mejor de los demás, e incluso de las situaciones más adversas, y así entender por completo su lugar en el universo y sobreponerse a los conflictos internos y externos.
En Cartelera: Próximamente en Cinemex.