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unnamed-1Precisamente la semana pasada, a raíz del estreno de El último Turno (Anthony DiBlasi, 2012), hablaba de que México es el salvavidas de muchas películas mediocres de terror y, para corroborar mis palabras, esta semana llega a nuestra cartelera una de las peores películas del año. El Exorcismo de Anna Waters (Kelvin Tong, 2016) sin duda se ganó su lugar entre los peores estrenos de este 2016, y eso que apenas vamos por la mitad.

La confusa trama nos presenta el suicidio de Anna Waters, razón por la que su hermana (Elizabeth Rice) viaja a Singapur para investigar los motivos. Estando ahí, descubre que el suicidio de Anna está conectado con otras misteriosas muertes, que podrían estar orquestadas por una secta que tiene como misión despertar a un demonio ancestral y así sembrar el caos en la tierra.

No sé por dónde empezar. La trama, además de confusa y aburrida, es estúpida. Tong se ahoga en sus propias ideas y, al intentar incluir tantos elementos del género, se pone el pie a sí mismo. Lo que por momentos promete una cinta sobre posesiones, luego cambia arbitrariamente a ser una historia sobre una investigación paranormal, para después convertirse en una convencional película sobre apariciones y fantasmas vengativos; hay por ahí un sacerdote que sabe más de lo que cree, una secta semi satánica y una leyenda ancestral, pero todo luce acartonado y falso.

El director, proveniente de Singapur, hace pensar que quizá este deficiente trabajo sea en realidad su debut. Eso explicaría su falta de ritmo y disciplina al orquestar escenas pero, por el contrario, resulta sorprendente que Tong no es un debutante. Se trata de un realizador con casi diez películas en su país de origen, entre los que se encuentra The Maid (2005), uno de los mayores éxitos en taquilla de aquellos rumbos. Todo esto no sirve más que para reprocharle más el soporífero producto que entregó en esta ocasión.

Por el lado actoral, El Exorcismo de Anna Waters es más de lo mismo; actuaciones flojas, inclinadas más bien a ser malas, cero carisma de los protagonistas a los que no les beneficia un guion caótico y débil. No hay por dónde salvar este proyecto.

La película de Tong carece de coherencia y lógica, además de que se aprovecha y engaña a uno de los públicos más fieles del panorama cinematográfico; el del horror. Es tal su indisciplina (aunque aquí podemos culpar más al oportunismo de la distribuidora), que ni el título de la película tiene que ver con lo que ocurre en pantalla, al no tratarse de una película soobre exorcismos (el título original se traduce como El destino de Anna Waters). Al final, ya sea por la traducción mexicana o por lo malo del producto, está película sólo asegura hacer que el público se sienta estafado al salir de verla.