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nSLU1T0D5XFs1Vgsw2CsnGihhOX*CONTIENE SPOILERS DE LA TEMPORADA 1*

Durante su primera temporada, Marco Polo resultó un drama histórico que osciló entre lo History Channel, queriendo encaminarse hacia lo Game of Thrones, sin llegar a consecuencias tan dramáticas en el buen y mal sentido. No obstante, la segunda ronda de episodios de esta serie original de Netflix, sobre las aventuras del explorador Marco Polo en la Mongolia del siglo XIII, bajo el control de los indomables kanes, resulta un incentivo para que esta serie deje el anonimato y tenga la atención que merece. Aunque, eso sí, no en el podio de los mejores shows del año.

Luego del derribo de la muralla, Marco Polo tendrá que enfrentarse a las consecuencias de una legítima y personal lealtad hacia el Kublai Khan y de los conflictos que éste último intentará mantener a raya, dentro y fuera de sus dominios. Algunos conflictos terminan de desarrollarse y otros, más cercanos -por decirlo de algún modo-, comienzan a tomar forma; como la confrontación entre kanes e Iglesia, con todo y pontífices involucrados.

Más allá de contarles cada episodio de la nueva temporada, sólo pretendemos responder a la pregunta fundamental: ¿vale la pena ver esta segunda temporada? Aún mejor, para quienes seguramente ni siquiera han visto la primera, se cuestionarán si vale la pena ponerse al corriente, ¡y la respuesta es un rotundo sí!

En general, la serie se ha caracterizado por duelos estilizados y de gran intensidad que van de la guerra a escudo, espada y flechas, hasta el kung fu dinámico, intrépido y magníficamente filmado, y esta temporada no decepciona en este aspecto. Asimismo, es posible hallar esas pequeñas lecciones de historia sobre las costumbres y preocupaciones de la población mongol en esos años soltadas minuciosamente, como parte de la historia sin pretensiones didácticas.

Cuando uno pensaría que son demasiados materiales tomando lugar en el pasado sólo como pretexto de ver sangre y chichis en otro contexto histórico (recién termina Game of Thrones y estamos a unos días de que Vikings regrese), la región donde Marco Polo se desarrolla le da una particular riqueza, ya que ayuda a generar conflictos que no se podrían entender o siquiera estructurar sobre la dinámica de occidente (a pesar de que la serie sí expele un sello occidental).

¿Cuál es el pero de esta segunda temporada? Tenemos dos que destacar: sus villanos y el ritmo con el que transcurre todo.

En el primer caso, también cabría mencionar que la primera temporada dejó un estándar muy alto con Jia Sidao (el llamado Ministro Grillo), por lo que aquí -no diremos mucho- pero es el típico problema de venganza de estirpe que ya había anunciado la primera temporada, y hay un villano memorable, pero desperdiciado al filo de los últimos capítulos.

En el caso del ritmo, muy personalmente me desesperó que fuera tan propio de una telenovela. Está bien, no es el primer caso, e incluso a programas como Game of Thrones se las perdonamos, pero aquí esos rezagos rítmicos provocan que sea una serie para verse muy dosificadamente, porque en algún momento llega a cansar ver que el mismo conflicto realmente no ha avanzado. Esta temporada bien podría haber terminado en cinco episodios, con lo que además se habrían ahorrado alrededor de 450 millones de dólares (con eso de que desembolsan 90 millones por episodio).

¿Mejor que la primera temporada? Sin duda. ¿Vale la pena verla? Absolutamente. A pesar de su lentitud, Marco Polo logra ser una serie de situaciones sumamente dramáticas que deja al espectador boquiabierto. Estas secuencias son las que logran mitigar el efecto del ritmo cansado y gastados villanos.