Antes de vernos inmersos en las distintas actividades programadas para la Comic-Con, decidimos ir a un cine cercano al Centro de Convenciones de San Diego para ver la tan anunciada Cazafantasmas (Paul Feig, 2016), ya que el estreno en nuestro país se tiene programado hasta el próximo mes de agosto.
Debí haber esperado para verla en alguna plataforma digital o en el sistema de entretenimiento de un avión. Y es que Cazafantasmas, aunque no es el fracaso estrepitoso que muchos aluden que es, sí resulta en una anodina nueva versión de un éxito veraniego de antaño. Aquí el problema no radica en la señalada situación de género que tanto alboroto ha levantado, sobretodo en redes sociales pues la culpa no la tienen las actrices. Al contrario, se trata de cuatro diestras comediantes quienes han probado su capacidad en anteriores proyectos.
El contratiempo de la producción radica en el mediocre libreto con el que trabajan. Me da la impresión que los ejecutivos del estudio apresuraron la realización del remake, conformándose con una trama apenas esbozada en donde cuatro brillantes intérpretes tienen que hacer hasta lo imposible por sacar el proyecto adelante. Resulta notorio ver a Kristen Wiig o a Kate McKinnon batallar con algunos de los ‘chistes’ forzados dentro de los diálogos; o a Melissa McCarthy y Leslie Jones (mi favorita) justificar la ilógica convención de cómo estas cuatro mujeres se reúnen para conformar el nuevo escuadrón contra los fantasmas que invaden la ciudad de Nueva York.
No es que Cazafantasmas sea una total decepción, pero es simplemente banal. La concepción visual de la original correspondía a un momento determinado, por lo que el volver a apreciar el diseño de producción característico de la franquicia y ver a los personajes bañados en esa sustancia viscosa, aparte de medio incitar a la nostalgia en la audiencia adulta, no provoca en lo más mínimo al espectador. No imagino a las nuevas generaciones verse fascinadas por el concepto tal y como sucedió con nosotros con la cinta de Ivan Reitman y Harold Ramis hace algunos veranos.
En fin, Paul Feig nos entrega una película apenas cumplidora, con una agudeza a medias que desperdicia el talento evidente de cuatro intérpretes (cinco, si consideramos la carismática intervención de Chris Hemsworth) en una historia que apenas y tiene sentido, atiborrada de efectos especiales vistos décadas atrás. Ahora, la buena noticia en el renglón es que esta Cazafantasmas resulta superior a la infame secuela de la original, aquella producida en 1989. Quedan advertidos amigos.
Seguimos reportando desde Comic-Con.
Por Oscar Uriel
Desde San Diego, California