Adaptar una historia de los cómics a un formato cinematográfico siempre es una tarea un tanto complicada y si se trata de una de las novelas gráficas más emblemáticas e influyentes de la historia, que además tiene como protagonistas a dos personajes icónicos, es algo todavía más difícil de lograr; tomando en cuenta lo anterior, lo primero que podemos decir sobre Batman: The Killing Joke es que, aunque no es una adaptación perfecta en todos los aspectos, sí es una bien elaborada y que sin duda le hace justicia a la historieta que fue publicada originalmente en 1988 por DC Comics.
Alan Moore escribió uno de los arcos argumentales más perturbadores en los cómics de Batman, que a su vez funcionó también como una de las pocas historias de origen que se han hecho acerca del Joker. Tuvieron que pasar casi 30 años para que se hiciera una película basada en The Killing Joke y es justo decir que la espera valió la pena, así como que hacerla con animación tradicional fue una decisión atinada, debido a que se logró capturar la esencia de las viñetas que complementan una trama que se centra en la locura, los dilemas morales, la violencia y la delgada línea que divide a un justiciero de un villano.
Existen claras diferencias entre la cinta animada y la novela gráfica, sin embargo, Batman: The Killing Joke es otro buen ejemplo del excelente trabajo que Warner Bros. Animation ha venido haciendo con las historias y los personajes de DC Comics durante los últimos años. La adaptación de 77 minutos de duración comienza con una larga introducción que presenta a un Batman envuelto en una confusa e inestable relación de maestro-alumno y amistad-amor con Batichica (Barbara Gordon). Esta primera parte nos ayuda a comprender algunas de las posteriores reacciones y decisiones del defensor de Ciudad Gótica, aunque se extiende más tiempo del necesario, causando que la historia se tarde en llegar a su conflicto principal.
Una de las versiones más desquiciadas y espeluznantes que hayamos visto del Joker hasta ahora, al menos en una película animada, escapa de su encierro con el único objetivo de demostrar que un mal día puede cambiar la vida de cualquiera para siempre y volverlo completamente loco. El Príncipe Payaso del Crimen pone toda su atención en el Comisionado Gordon y primero ataca brutalmente a su hija (Barbara Gordon, a la cual le causa un terrible daño permanente) para posteriormente someterla a una elaborada tortura sicológica ante la cual cualquiera perdería la cordura fácilmente. El villano quiere probar un punto; él cree que empujando lo suficiente a alguien, éste puede ser capaz de las peores cosas sin importar que se trate de una persona con valores morales sólidos.
Mientras el Joker lleva a cabo su malvado plan y Batman llega para intentar detenerlo, somos testigos de algunos flashbacks que muestran a un tipo algo despistado y con buenas intenciones que por azares del destino se vio obligado a seguir un camino peligroso, que lo llevo a perder la razón, así como a convertirse en el máximo némesis del Hombre Murciélago. Por otra parte, conforme la historia avanza nos damos cuenta que el héroe enmascarado y el criminal de risa macabra tienen mucho en común, aquí se plantea de una manera inteligente que Batman podría estar igual de mentalmente desequilibrado que el Joker y que lo único que los distingue es que el primero encontró una forma de canalizar su locura al enfrentar a infames criminales.