Es probable que a muchos se les haga conocido el título de Mi amigo el dragón (Pete’s Dragon) y esto podría deberse a que así se llama una película clásica de Disney, estrenada originalmente en 1977, llamando la atención de muchos al haber sido una de las primeras en combinar live action con un personaje animado. A casi cuarenta años de la salida de dicho filme, dirigido por Don Chaffey, su historia sobre la amistad entre un niño y un dragón ha sido retomada para darle nueva vida en un remake protagonizado por Bryce Dallas Howard, Robert Redford, Oakes Fegley, Oona Laurence y Karl Urban.
En un pequeño pueblo de Estados Unidos, en el cual nunca pasa nada interesante y en el que la vida es tranquila en general, vive un hombre que es conocido por contar una anécdota sobre la vez que se encontró frente a frente con un dragón de gran tamaño en medio del bosque; esa leyenda urbana local toma un nuevo sentido a partir de un descubrimiento hecho por una guardabosques, quien encuentra a un niño que ha vivido en el bosque durante seis años y que ha sobrevivido a ese peligroso lugar, aunque en realidad nunca lo hizo solo.
Los habitantes del pueblo no logran entender cómo un niño de 11 años fue capaz de estar vivo en el bosque tanto tiempo, pero no saben que el pequeño Pete salió adelante gracias a la ayuda y protección de su mejor amigo Elliot, un simpático y enorme dragón que siempre ha sabido permanecer oculto para no estar en riesgo. La llegada de Pete y Elliot cambian la forma en la que los habitantes del pueblo ven sus vidas, pero se trata de un cambio que les ayudará a estar mejor y resolver algunos de sus conflictos.
Tal y como muchos deben suponerlo, Mi amigo el dragón es una película familiar con elementos de comedia, fantasía y con una moraleja bien aplicada acerca de la amistad, la importancia de la familia y de no cerrarse ante las posibilidades de que sucedan cosas que parecen imposibles gracias a un guión bien estructurado que dota la historia de dinamismo y que nunca pierde el tiempo en momentos que en otras producciones similares podrían parecer meramente de relleno.
El tono de la trama es el indicado, combinando diversos elementos provenientes de diferentes géneros cinematográficos. Los personajes también cumplen con una labor importante, ya que son ellos con sus acciones quienes conducen la historia a partir de buenas actuaciones. Mención aparte para Elliot, ya que este dragón de apariencia llamativa (gracias a un buen trabajo de efectos especiales y animación digital) y personalidad como la de un fiel perro resulta en esa mascota que muchos niños quisieran tener debido a que los protegería, los llevaría volando a todos lados y jugaría con ellos todo el día.
La mayoría de las veces en las que se hace un remake éste es innecesario, sin embargo existen ciertas excepciones y Mi amigo el dragón es sin duda una de ellas al tratarse de un producto bien hecho que cumple con su función principal que es la de entretener y conmover al espectador no importando cuál sea su edad.