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Aunque desde una óptica foránea ver a varias personas saliendo del cine a las 10 de la noche es algo normal, hace seis años era algo impensable para Torreón; dada la fuerte ola de violencia (causada por los cárteles de la droga) que azotó a la ciudad, en el 2010 prácticamente no existía vida nocturna, y en vez de ésta sólo se veía a militares patrullar las amplias calles, según cuentan algunos residentes.

Afortunadamente ahora la situación es opuesta: incluso a altas horas, la asistencia a la tercera edición del Festival Nacional de Cine de Torreón (Fenacine Torreón) es bastante fluida y el interés por ver (y ofrecer) otro tipo de cine va en ascenso, lo que ha motivado tanto a directores y talento como a los organizadores de este festival, a continuar ofreciendo contenidos como un selecto conjunto de estrenos mexicanos, así como el taller de actuación impartido por el primer actor Juan Carlos Colombo, y un taller de edición de Sebastian Hoffman.

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El evento comenzó con la exhibición de Un Monstruo de Mil Cabezas (Rodrigo Plá, 2015), un emocionante drama sobre la ardua batalla que Sonia Bonet (Jana Raluy) emprende para salvar la vida de su esposo, con una enfermedad cuyo tratamiento es ignorado por su aseguradora, a la cual le han pagado por más de 15 años. Al finalizar, los aplausos llenaron la gran sala 9 del Cinépolis Plaza Cuatro Caminos, algo que ha sido recurrente con cada filme estrenado hasta el momento.

Sacar a flote esta edición ha sido todo un reto, según narran Faruk Sabag y Fernando Santoyo, productor y director del festival, respectivamente, dado el nulo interés de un gobierno municipal más interesado en armar ostentosas fiestas de cumpleaños para su alcalde (con 1,500 invitados, según reporta El Universal) que en cumplir un apoyo prometido que, además, ha ido disminuyendo cada vez más.

Sin embargo, esto no ha frenado la asistencia de los habitantes de la comarca lagunera, quienes con gran interés charlaban y se tomaban fotos con los protagonistas de Sopladora de Hojas (Alejandro Iglesias Mendizabal, 2015) y Luna de Miel (Diego Cohen, 2015) antes y después de sus respectivos estrenos.

La historia de Sopladora de Hojas cuenta de un modo eficiente y grato la historia de Lucas, Emilio y Rubén (Fabrizio Santini, Francisco Rueda y Alejandro Guerrero, respectivamente), una triada de adolescentes que hacen de una búsqueda de llaves en un parque una «épica cotidiana», lo que supuso un respiro después del drama de Plá para los espectadores, para luego hallarse ante el primer desafío con Luna de Miel, que narra el secuestro de Isabel Herrera (Paulina Ahmed) a manos de Jorge Toledo (Héctor Kotsifakis), un médico con tendencias sádicas.

Ambas cintas, a pesar de transcurrir en tonos altamente contrastantes (coming of age y gore), tuvieron una gran aceptación del público, que externó sus comentarios e inquietudes de manera activa. El dinamismo y la fácil empatía que propicia Sopladora de Hojas la convirtieron en la favorita del día, ya que temas como la amistad, la familia y las relaciones son abordadas de un modo sumamente natural y, sobre todo, original.

En tanto, Luna de Miel provocó que algunas personas dejaran el recinto, probablemente debido a los grandiosos efectos y el nivel de detalle con el que retrataron una sesión de tortura que, no obstante, al final del filme sólo queda en eso: un pretexto para ver sangre, sin un motor convincente de tortura ni de supervivencia.

En medio del calor pero con un gran interés por parte de los habitantes, ávidos de nuevas experiencias cinematográficas, el Fenacine continúa hasta el sábado 24 de septiembre.

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