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cpvqrbzusaa3s3vAltamente anticipada desde el año pasado, Luke Cage (Cheo Hodari Coker, 2016) pareciera tenerlo todo: un poderoso protagonista (Mike Colter), una historia de gángsters y pandillas que oscila entre lo clásico y lo obvio, un gran contexto para desarrollarse como es el barrio neoyorquino de Harlem, y una exquisita selección musical de jazz y hip-hop para presumir lo mejor del talento local. Entonces, ¿por qué no se siente igual de contundente y sólida en comparación con sus producciones hermanas?

Comencemos por su historia que, como ya mencionamos, puede caer en lo predecible: luego de lo ocurrido en Hell’s Kitchen, Luke decide refugiarse con Pop (Frankie Faison), un viejo conocido en Harlem para Cage y prácticamente todos los residentes. A su llegada, comienza a percatarse de las prácticas de los primos Cornell Stokes (Mahershala Ali) y Mariah Dillard (Alfre Woodard), el primero un mafioso que se aprovecha de la ambición de Mariah para ser alcaldesa y así poder potenciar su negocio.

Por roces cada vez más inevitables, Luke se decidirá a terminar con el negocio de Cornell, e intentará limpiar a Harlem de todos sus problemas, a la par de que la aparición de nuevos enemigos le hacen enfrentar de una vez por todas su pasado, que incluye rencores de familia, amorosos y, por supuesto, a los culpables de su condición a prueba de balas.

Una de las primeras virtudes de Luke Cage es que probablemente se trata de la serie con más personalidad en todo el repertorio televisivo de Marvel. Es evidente el empeño de los creadores por hacer un homenaje a Harlem, un barrio sumamente emblemático al hablar de la cultura afroamericana, que ha sido escenario de momentos clave para personajes como Martin Luther King y Malcolm X, que además ha visto nacer a personalidades como Al Pacino, Tupac Shakur y Big L, sólo por mencionar a algunos.

Por ello, desde la trama hasta los personajes y la música, todo tiene la intención de conformar un homenaje al barrio y, con ello, a la cultura afroamericana. De ahí que las intensas escenas de tiroteos y de Luke Cage abriéndose paso sean tan emblemáticas; tanto en el cómic, en la década de los 70, como ahora en la serie, este personaje tiene una carga simbólica muy fuerte que, como bien lo señala el mismo Method Man de Wu-Tang Clan en un capítulo: “hay algo poderoso en ver a un negro a prueba de balas y sin miedo”.

¿Dónde está la falla, entonces? En primera instancia, la historia pareciera desarrollarse en círculos, a un ritmo más lento de lo que nos gustaría digerir tratándose de una serie de gángsters y súper héroes. En cierto momento Harlem inspira claustrofobia, no como parte del argumento, sino por una dinámica repetitiva en la que todo el tiempo vemos a Luke caminando de algún lado a otro o siendo baleado inútilmente, lo cual es resuelto incluso con pereza cuando podrían ser secuencias de mayor adrenalina y mejor ritmo.

A ello se suma la inverosimilitud de algunas coincidencias que precipitadamente se orquestan para la inclusión de nuevos personajes (como el último enemigo de Luke en la temporada). Por más que queramos creérnoslo, hace mucho ruido ya que no ocurre con la naturalidad deseada, y eso que se tienen 13 episodios para jugar con una narrativa que introduzca adecuadamente a los enemigos.

Aunque las innumerables referencias a Harlem y la cultura afroamericana se gozan, y hacen del personaje de Luke Cage a alguien sumamente representativo, la manera en que transcurren los eventos le restan fuerza a la serie, por lo que el espectador tiene que aguantar alrededor de cinco episodios para engancharse y verse obligado a maratonear la temporada completa. Su poderosa música y el carisma de sus personajes (principalmente los interpretados por Alfre Woodard, Mahershala Ali , Theo Rossi y Rosario Dawson) hacen que la nueva serie de Marvel no sea una pérdida de tiempo, pero no la elevan a un estatus memorable como el de Daredevil, por ejemplo.

https://www.youtube.com/watch?v=t794rQAer4I