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Plazuelas percudidas, tianguis que se antojan laberínticos, pasillos de hoteles baratos que aún tienen impregnados el olor a sexo, esquinas bulliciosas…y ahí se encuentra un grupo de prostitutas envejecidas y desplazadas en medio de una ciudad impersonal, tal y como lo muestra el documental La Muñeca Fea, ópera prima realizada al alimón entre la también fotógrafa Claudia López García y George Reyes, el cual se interna en la vida diaria de la Casa Xochiquetzal, el célebre albergue abierto hace diez años enclavado en La Merced concebido para recibir a trabajadoras sexuales retiradas.

Conversamos con la co-directora acerca de cómo el cine puede tener también una función social y las razones por las que este espacio no se ha podido consolidar.

Proud to be what I am

-Cinema Móvil: Tanto tu serie fotográfica Sin Techo como La Muñeca Fea, son protagonizadas por hombres y mujeres marginados que circulan anónimamente las calles del Centro Histórico. ¿De dónde surge el interés de convertirlos en tus personajes?

Claudia López García: “Pienso el documental o la fotografía no como el objetivo en sí mismo, sino como un medio perfecto para hacer un recordatorio de que existe una situación social crítica y no sólo en México sino en las grandes ciudades del mundo, la cual debemos de resolver entre todos, pero alejándome para ello de la cuestión política porque ya conocemos las respuestas; por ejemplo con La Muñeca Fea en algún momento tuvimos dos tipos de acercamientos con instituciones para lograr terminar la película, pero en uno se necesitaba darle un giro a la historia y plantear el amarillismo, y el otro era evidentemente con esta vertiente política en donde se tenía que decir que los programas sociales funcionan, evidentemente rechazamos ambas propuestas, entonces por lo mismo normalmente mis trabajos los hago de manera independiente porque lo que yo realmente quiero es el sacar esas historias humanas sin complicaciones proselitistas”.

-Y vaya que el tema es proclive a la explotación morbosa o al paternalismo.

“A mí me encanta el haber logrado con gente cercana y no tan cercana que me hayan dicho ‘De pronto se me olvida que ellas son trabajadoras sexuales’, porque de eso se trata, de borrar estigmas, de dejar atrás lo afortunado desafortunado que fue su trabajo, de decir que son seres humanos que por la razón que tú quieras están en una situación complicada en este momento de su vida, y preguntarse qué tenemos que hacer para echarles la mano. Y ese cuestionamiento no sólo hay que hacerlo con las personas de la tercera edad, por ejemplo ¿por qué las niñas de diez, once años están llegando a las grandes capitales para participar en este negocio?”

-Teniendo claro lo que quieres aprehender de tus personajes, y los temas sociales que deseas poner sobre la mesa, ¿cómo llegas a Casa Xochiquetzal?

“Yo soy co-realizadora del documental junto con George Reyes quien fue mi maestro de cine en la universidad, él vivió unos años en México y posteriormente regresó a Los Angeles, pero hicimos una muy buena amistad y siempre mantuvimos el contacto. Así que un día me manda un mensaje el cual decía que acababa de leer un artículo en Los Angeles Times acerca de una casa en La Merced para sexoservidoras de la tercera edad y me preguntaba si me podía dar una vuelta, porque ya habíamos compartido todos nuestros intereses respecto al cine documental y nuestras preocupaciones sociales.

Fui a Casa Xochiquetzal, hablé con Carmen Muñoz la persona que estuvo luchando para tener ese espacio, le expliqué que estábamos interesados en contar las historias de las mujeres, aceptó y entonces George vino a México, tuvimos una reunión entre los tres en la que platicamos más a fondo de cuál sería el tratamiento del documental y ella nos dijo ‘Yo lo único que quiero es que se vean estas historias también para que nosotros tengamos recursos para el programa’, le respondí ‘Creo que de eso se trata, poder empatar el cine con esta parte de ayuda social’.

Y ahí iniciamos el proyecto, el cual filmamos cada tres, cuatro meses que se encontraba George en México, esto durante cinco años, además de que yo siempre estuve al pendiente de cualquier eventualidad porque estamos hablando que son señoras entre los 60 y 95 años, y por ejemplo, en el transcurso fallecieron tres de ellas. Llegamos a tener cien horas de material y en un principio pensamos que La Muñeca Fea quedaría como un experimento, algo muy pequeño, pero nos dimos cuenta conforme este avanzaba que teníamos un mar de posibilidades con tantas historias y personalidades, además de que resultaba muy interesante observar la convivencia entre mujeres que estaban anteriormente en condiciones de calle por muchos años y que repentinamente se ven compartiendo un mismo espacio, lo cual no siempre es sencillo”.

Canela

-Considerando que todas las mujeres que integran Casa Xochiquetzal comparten un mismo pasado y presente, así como varios rasgos personales, ¿cuál fue el criterio para elegir a los personajes que finalmente aparecen en el filme?

“Fue complicado porque hay mucha rotación de las mujeres por lo mismo que platicamos, entonces hoy puede haber veinticinco, mañana llegan cinco, y pasado se van diez que ya no quieren estar ahí. Entonces se puede decir que ese fue el primer elemento que determinamos, quiénes serían las personas que verdaderamente más estables iban a estar durante la filmación y que nos podían dar una riqueza, esos matices dentro de la historia; fue un trabajo muy difícil ya que teníamos muchas posibilidades para determinar cuál iba a ser la línea narrativa a seguir, pero creo que ellas mismas fueron dándonos poco a poco el tono y acomodándose para saber qué íbamos a mostrar y qué no. Entonces así tenemos a Reyna quien nos podía mostrar las necesidades y sueños del ser humano, y al mismo tiempo tenemos a Raquel quien recae un poco en la locura y también entiendes perfectamente esa parte porque de pronto la realidad puede ser tan fuerte que mejor decides irte en el carril de al lado”.

-De manera paralela a presentarnos este crisol de historias, haces una crónica de cómo Casa Xochiquetzal ha ido naufragando, entre burocracia, cambios de dirección y grillas internas. Viéndolo desde los dos lados, ¿qué ha faltado para que no se le vea solamente como una iniciativa de buenas intenciones?

 “Siento que aunque el proyecto tiene corazón y sea una magnífica idea, que yo sepa única en América Latina, no se ha podido consolidar porque no ha habido alguien que le sepa dar esa estructura que necesita para sobrevivir. No estoy segura con exactitud acerca del manejo administrativo y presupuestal que se le da a la casa, pero lo que sí estoy segura es que cuestiones políticas les pegan directamente, que no todas las necesidades de estas mujeres están cubiertas y que el mismo inmueble requiere mantenimiento y servicios; la verdad la gente que tiene una intención altruista es la que ha sacado adelante a la casa. Por eso lo que tratamos con el documental es siempre poner el link para que las personas se puedan acercar y donar lo que tengan a la mano.

Por el momento, ya tienen una asociación civil donde pueden de manera legal poderte emitir un recibo por lo que estás donando lo cual puede facilitar mucho más las cosas y han comenzado a hacer ciertas manualidades y comida para vender, pero aquí viene otra dificultad la cual tiene que ver con el estigma social, porque los mismos vecinos de la colonia difícilmente se acercan, o sea es un rollo, de pronto parece muy sencillo pensar en soluciones pero siempre te estás topando con que del otro lado de la puerta ya está el primer problema”.