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hands-of-stone_poster_goldposter_com_4La fórmula de biopic de boxeadores generalmente funciona de maravilla en el cine. Prueba de ello son Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980), Huracán (Norman Jewison, 1999) y El Luchador (Ron Howard, 2005). En esa tradición llega la historia real del boxeador panameño Roberto “Manos de Piedra” Durán en una película que había generado altas expectativas. Incluso en algún momento se habló de que estaría presente en las premiaciones del siguiente año, algo que una vez vista se olvida por completo.

Hay que aclarar que esto no se debe a que sea una mala película, al contrario, tiene más virtudes que defectos, pero para ya hablar de nominaciones y reconocimientos hay una gran diferencia. En su contra juega el hecho de que es una biopic al uso, de esas que buscan abarcar mucho en poco tiempo, aspecto que le cobra factura irremediablemente ya que por momentos parecería que se salta capítulos enteros en la vida del personaje y de una toma a otra faltan piezas del rompecabezas. Aunque sus actuaciones y la puesta en escena sean de primera, al resultado final le falta punch en la trama, como si la vida de Durán no fuera lo suficientemente turbulenta para generar el impacto de, por ejemplo, algunas de las citadas.

Roberto Durán (Edgar Ramírez), mejor conocido en el mundo del boxeo como “Manos de Piedra”, fue uno de los mejores boxeadores de peso ligero y uno de los más temidos contrincantes que había en los años setenta. En esta historia vemos la relación con su entrenador Ray Arcel (Robert de Niro), con su amada Felicidad Iglesias (Ana de Armas) y, sobre todo, su gran rivalidad con Sugar Ray Leonard (Usher Raymond).

Desgraciadamente Manos de Piedra deviene en una biopic ordinaria: clásico relato de ascenso y descenso al éxito, con el consabido personaje humilde que se sobrepone a la pobreza para alcanzar el punto máximo en su disciplina, volviéndose loco de fama y poder en el trayecto. Y es que, aunque estos tópicos no sean malos o poco interesantes, el principal problema es que los hemos visto una y mil veces en mejores productos, sobre todo en tramas deportivas, donde parece que ese es el común denominador en la vida de muchos deportistas.

El guion no sabe manejar a su personaje principal, ya que hace un retrato antipático del protagonista, mismo que a partir de la aparición de Sugar Ray Leonard en pantalla pierda por completo la empatía con el público. En el apartado de los combates tampoco hay nada extraordinario o que no hayamos visto antes.

Donde más se beneficia la cinta es con las actuaciones; sobre todo la química que desprenden Edgar Ramírez como Durán y Robert de Niro como su entrenador, llevando ambos el peso de la historia sobre sus hombros y enalteciendo el proyecto. Es aquí que la presencia de De Niro es primordial, ya que él es el alma del film. También la actriz cubana-española Ana de Armas cumple la labor de sumar a la historia con su desbordante belleza y talento, así como el músico Usher, quien logra cuando menos mimetizar algunos de los gestos y movimientos de Sugar Ray.

Con Manos de Piedra, el director Jonathan Jakubowicz logra sacar lo mejor de su elenco, pero al verla se echa de menos más ímpetu, pues el proyecto daba para más; algunas secuencias de los púgiles con sus respectivas amadas desentonan con el conjunto al verse demasiado rosas, asemejando una telenovela y la sub trama política del Canal de Panamá, que medio se asoma por ahí, se siente también fuera de lugar y como una trama de relleno poco desarrollada o justificada. Aun así, para los amantes del boxeo, Manos de Piedra es una película imprescindible por la figura que representa.

https://www.youtube.com/watch?v=a6cQsKHyY9M