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En un año donde el cine de súper héroes ha dado más decepciones que triunfos (te estamos hablando a ti, DC), en el cual los reboots con protagonistas femeninas han sido dilapidados incluso antes de ser vistos por el público, y que ha tenido dificultades para generar ingresos en las taquillas de una industria que parece estar perdiendo su lugar ante la televisión y el streaming, llega el primer spinoff de una de las sagas más queridas para reclamar un trono que ni en estos tiempos parece ceder.

Rogue One: Una Historia de Star Wars (2016) es sin duda un paso arriesgado dentro de una franquicia segura, que por años ha contado con el apoyo de sus fans y el público en general por igual, pero que en esta ocasión da un salto de fe contando una historia que, aunque pertenece al mismo universo que hace unas décadas creó George Lucas, esta vez opta por recurrir a una historia paralela y ajena a la línea temporal de los Skywalker con la que estamos familiarizados.

Platicamos al respecto con el director Gareth Edwards (Monsters, Godzilla), quien se dio a la tarea nada sencilla de tomar las riendas de un proyecto que bajo el cobijo de una de las sagas más conocidas dentro de la cinematografía mundial, busca refrescar su imagen contando la historia de un grupo de parias, miembros de la Rebelión, con la complicada misión de recuperar los planos de la Estrella de la Muerte antes de los hechos ocurridos en el Episodio IV de Star Wars.