Seleccionar página

sin-titulo-1

Esta es una historia que se repite cada diciembre: Mientras uno se avoca a hacer un poco de memoria para poder escribir los respectivos resúmenes que den cuenta de lo más lúcido y lo más aparatoso que el cine mexicano ofreció a través del año, surge repentinamente una fuerte mezcla entre expectación y escepticismo: ¿Qué nos deparará la producción nacional en los siguientes doce meses? ¿Cuáles películas se convertirán en auténticas revelaciones? ¿Cuántas nos tocará padecer? ¿De verdad valdrá la pena dedicarle tiempo a esta actividad una vez más?

Para este 2017, al menos ya se cuenta con algunas pistas. Llevado a cabo el pasado 31 de enero en la Cineteca Nacional, Ruta MX – Cinema México 2017, funcionó como un showroom, organizado por primera vez en conjunto por la Secretaría de Cultura y el Instituto Mexicano de Cinematografía, para presentar ante distribuidores, exhibidores y la prensa los trailers de 72 películas (21 documentales, 48 ficciones y 3 animaciones) apoyadas mediante recursos públicos y estímulos fiscales, cuyos estrenos se tienen proyectados para este año.

De primera impresión quedó demostrado nuevamente que aquel argumento esgrimido de que el cine mexicano únicamente se compone de comedias románticas, que se desarrollan en ambientes aspiracionales y dramas violentos en torno al narcotráfico, no sólo es endeble, sino a estas alturas del partido demasiado perezoso. Así, del primer género solamente se pudieron ver los avances de Cómo Cortar a tu Patán (de Gabriela Tagliavini, con su fórmula probada de la famosa especialista en ayudar a mujeres a romper con relaciones destructivas, que termina involucrándose accidentalmente con la horma de su zapato) y Todos Queremos a Alguien (de Catalina Aguilar Mastretta, nuevo vehículo de lucimiento para Karla Souza, esta vez como una doctora que se encuentra dividida entre un ex novio con el que continuamente se sigue cruzando y un nuevo pretendiente más joven que ella); mientras que del segundo género se presentaron otro par, Siempre Vuelven (de Issa López, en la cual los efectos colaterales de la guerra contra el narcotráfico se entremezclan con un imaginario fantástico deudor de la obra de Guillermo Del Toro) y Tempestad (de Tatiana Huezo, el celebrado documental que rescata del anonimato el periplo de dos mujeres cuyas vidas fueron trastocadas irreparablemente por el crimen organizado). Por supuesto, a más de un crítico ya le urge cambiar de discurso…y hacer la chamba.

De esta manera, durante casi hora y media se pudieron conocer títulos inscritos en el terror (Ladronas de Almas de Juan Antonio de la Riva, y su relato de zombies ubicado en plena Guerra de Independencia), la ciencia ficción (Cygnus de Hugo Felix Mercado, y su premisa de contactos extraterrestres), el drama deportivo (Campeones de Lourdes Deschamps, y su recreación de la célebre hazaña emprendida por la Selección Sub 17 en el Mundial de 2005), la tragicomedia (Distancias Cortas de Alejandro Guzmán Álvarez, y su historia de amistad entre un hombre que padece obesidad mórbida, quien un buen día decide dejar su enclaustramiento, y un joven encargado de un local de revelado fotográfico), o el drama intimista-minimalista (Todo lo Demás de Natalia Almada, y su retrato de la vida rutinaria de una grisácea oficinista gubernamental), entre varios géneros más.

Evidentemente todavía es muy prematuro para dar veredictos, tomando en cuenta nuestro singular contexto postindustrial, aquel en donde regularmente confluyen –y se confunden– óperas primas y óperas póstumas, como ha insistido en señalar con su distintivo estilo el mítico Jorge Ayala Blanco en más de una entrevista concedida; pero se puede afirmar que el panorama no se vislumbra desolador en cuanto a calidad se refiere.

Sin embargo, sólo bastó salir de la sala para que entre los miembros de la prensa surgieran aquellas preguntas incómodas con las cuales el idilio se terminó abruptamente y la realidad llegó a estropearlo todo como es costumbre: ¿cuántas de estas películas realmente tendrán estreno comercial este año y una distribución a la altura de las circunstancias? ¿Cuántas se perderán en el limbo irremediablemente sin que alguien se acuerde mínimamente de ellas?

“Ruta MX, Cinema México 2017 surge como una estrategia que busca abrir el diálogo y generar alianzas que permitan salidas al cine mexicano por más y mejores vías, con el fin de ampliar los alcances del quehacer cinematográfico en beneficio de las audiencias y de nuestros creadores” son parte de las palabras de Jorge Sánchez Sosa, director del IMCINE, con las que abre el catálogo que se nos fue entregado minutos antes de comenzar el evento.

Pero, básicamente ¿en que consiste esa estrategia que pregonó el funcionario? Porque si quitamos un brevísimo discurso que dio al inicio, en el que mencionó records y cifras optimistas conseguidas en taquilla el año pasado, las alternativas, los planes de trabajo y el intercambio de ideas entre todos los involucrados brillaron por su ausencia. Ahora, que si lo que el instituto entendió por estrategia fue que Mónica Huarte como hostess les pidiera a los contados productores presentes en la sala ponerse de pie para recibir un aplauso, y echarse porras mutuas mientras que los canapés y las copas de vino tinto corrían abundantemente en el mezzanine de la Cineteca (¡nuestros impuestos están sirviendo para algo!) en verdad estamos jodidos.

¿Dónde estuvieron los directores para hablar largo y tendido de sus respectivos proyectos? ¿Y los representantes de las plataformas de streaming o las salas del circuito cultural o las distribuidoras independientes? ¿Cuál se suponía que era la posición que tenía que ocupar la prensa en este entramado, además de sacar la notita informativa? Sin duda, Ruta MX terminó siendo una oportunidad totalmente desaprovechada.

Habría que olvidarse ya de una vez por todas de esos discursos victoriosos y exultantes alrededor del estado de la cultura nacional (¡Hay más mujeres documentalistas filmando que nunca! ¡Bravo!), y de su reverso fatalista, aquel que considera que las imágenes que generan voluntariosamente realizadores de vocaciones disímiles, son pertenecientes a “Un cine de la oscuridad, la clandestinidad y el abandono”, tal y como ha sido calificado en repetidas ocasiones por el reconocido Rafael Aviña. Será mejor colocarse de manera objetiva en un punto intermedio y empezar a abrir el diálogo. ¿Cuántos cineastas realmente están enterados de lo que andan haciendo sus colegas? ¿Se puede establecer una comunicación con la crítica, ajena a las relaciones públicas? Mientras tanto, el cine mexicano sigue su cauce.

Finalmente, compartimos diez cintas presentadas en Ruta MX que deseamos no queden extraviadas cuando estemos escribiendo nuestros resúmenes de este 2017.

Almacenados (Dir. Jack Zagha Kababie) 

https://youtu.be/bxOywYD0B40

Posteriormente de transitar con la injustamente infravalorada Adiós Mundo Cruel (2010) y En el Último Trago (2014) en la comedia del absurdo cotidiano, la cual bebía con eficacia tanto de la mejor picardía tintanesca como de un espíritu netamente desmadroso, digno del egregio Victor Manuel “El Güero” Castro; en su tercera cinta, Jack Zagha Kababie experimenta con el realismo mágico en la historia de un joven que remplazará a un hombre que lleva cuarenta años siendo el encargado de cuidar un almacén, y el cual durante cinco días de convivencia se dará cuenta que en ese lugar en sí no hay mercancía y nunca la ha habido.

 

Batallas Íntimas (Dir. Lucía Gajá)

Diez años después de rescatar en Mi Vida Dentro (2007) la historia de Rosa Estela Olvera, joven inmigrante ilegal que en 2005 fue enjuiciada y condenada en Austin a cadena perpetua acusada de un homicidio que no cometió (abordando temas como el racismo, la xenofobia y las lagunas en la impartición de justicia); la cineasta ahora reúne los testimonios de cinco mujeres de igual número de países y culturas, quienes en algún punto de sus vidas fueron víctimas de violencia domestica.

 

Carroña (Dir. Sebastián Hiriart)  

Para su tercer filme, Sebastián Hiriart, vuelve a hablar de los avatares de las relaciones sentimentales como ocurría en Filosofía Natural del Amor (2013), esta vez en clave de cine de horror. Manuela y Gabino, una jóven pareja, viaja a un paraíso tropical del Caribe mexicano para reavivar su relación. Empero, al paso de los días, estas vacaciones románticas se irán transformando en lo opuesto, debido a una tormenta que amenaza con inundar el poblado y un salvaje triángulo sexual que se forma, dirigiéndose a un destino violento e inesperado.

 

El Sueño del Mara’Akame (Dir. Federico Cecchetti) 

Para su ópera prima, el realizador narra la historia de Nieri, un joven huichol cuyo sueño es viajar a la Ciudad de México para tocar con su banda musical. Sin embargo, su padre es un chamán que desea siga su tradición. Estando ya en la ciudad, y encontrándose perdido, el joven logrará hallar su verdadera vocación.

 

La Caja Vacía (Dir. Claudia Sainte-Luce)
16-la-caja-vacia-claudia-sainte-luce

Después que en su celebrado debut Los Insólitos Peces Gato (2013) se inspirara en un episodio autobiográfico en torno a la muerte de una amiga a causa del VIH y el vínculo que estableció con la familia de ésta, por quien fue adoptada simbólicamente; la directora vuelve a utilizar rasgos personales, esta ocasión para contar –e interpretar– la historia de una relación fracturada entre una joven mujer que se desenvuelve en el mundo del teatro y su padre, un envejecido hombre de origen haitiano quien padece demencia vascular.

 

La Carga (Dir. Alan Jonsson Gavica)  

En su segundo filme, el director relata la travesía de un indígena tameme y una joven española de la nobleza  a través de la Nueva España de fines del siglo XVI en busca de justicia. Durante su recorrido, las tensiones y diferencias entre la pareja van desapareciendo y los lazos afectivos emergen.

 

La Región Salvaje (Dir. Amat Escalante) 

Ya como un auteur hecho y derecho, Escalante en su cuarto largometraje vuelve a retratar un país violento, alienado, homofóbico y machista, representado esta vez en un triángulo clandestino entre un enfermero gay, su alcohólico y agresivo cuñado, y la hermana del primero; el cual se trastoca cuando irrumpe la llegada de un extraterrestre de tentáculos fálicos que les ofrece la posibilidad de la exploración sexual.

 

Las Tinieblas (Dir. Daniel Castro Zimbrón)  

 El Castillo de la Pureza meets Guillermo Del Toro. Así podríamos definir el segundo filme de Daniel Castro Zimbrón, en el cual tres hermanos llevan toda su vida encerrados en el sótano de una vieja cabaña, hasta que el mayor de ellos desaparece misteriosamente, llevando a otro de ellos a emprender su búsqueda e internarse en el bosque, conociendo en el camino no sólo los enigmas del lugar sino los secretos que ha escondido su padre.

 

Sueño en Otro Idioma (Dir. Ernesto Contreras)
idioma2

El esperado cuarto largometraje de Contreras, recientemente premiado en el Festival de Sundance, versa sobre un joven lingüista que desea hacer un registro grabado del zikril, una lengua indígena prácticamente en extinción, para lo que asumirá el reto de reunir a sus dos últimos hablantes, dos envejecidos hombres que no se han dirigido la palabra en los últimos cincuenta años a causa de una mujer.

 

X500 (Dir. Juan Andrés Arango)  

Así como ocurría en su primera película, La Playa D.C. (2012), el director de origen colombiano aborda temas como la adolescencia, la migración, la multiculturalidad, la marginación y el desarraigo para presentar tres historias que corren en paralelo: María, una chica filipina llega a Montreal a vivir con su abuela tras quedar huérfana y comienza a luchar por adaptarse en su nuevo entorno; Alex, un afro-colombiano de pasado criminal es deportado de Estados Unidos y regresa a su antiguo barrio ahora copado por la violencia; y David, un joven mazahua que viaja a la Ciudad de México para trabajar en una construcción, y en su estancia conoce a un chico gay punk que lo introducirá a un nuevo estilo de vida.