El cine de superhéroes ha adquirido muchos reflectores desde hace unos 15 años hasta la fecha, aunque desde los años setenta, con la adaptación de Superman hecha por Richard Donner, ya se empezaba a vislumbrar lo exitoso que podía ser este tipo de productos no sólo en Hollywood, sino en todo el mundo. Ajustando la inflación, la película del héroe encapotado tuvo una taquilla de casi $500 millones de dólares, para clarificar este punto. Con muy claros altibajos, el cine basado en las historietas ha sido delicia de chicos y grandes desde hace varias décadas y, a pesar de que existen ejemplos del género bastante bochornosos (dígase Batman y Robin, Linterna Verde o Catwoman), es más frecuente que este tipo de producciones gocen del respaldo del público.
Gracias al director Christopher Nolan, las películas de superhéroes han adquirido no sólo el éxito comercial, sino también un inusitado respaldo de la crítica. Su visión de Batman hizo que críticos de cine a nivel mundial se rindieran a sus pies, gracias al estilo sombrío y maduro que le dio al caballero de la noche. Con ello como referencia, los diversos estudios de Hollywood han intentado darle más sustancia a las historias de los superhéroes, aunque siendo justos, no fue necesariamente Nolan el primero en intentarlo: Con considerable éxito, Bryan Synger ya había explorado esos tonos en el mundo del cómic llevado a la pantalla a través de su visión de los X-Men.
Desgraciadamente este estilo serio y sombrío no encaja con el universo de todos los enmascarados, prueba de ello son las fallidas adaptaciones de The Amazing Spiderman (Marc Webb, 2012) y la última adaptación de Los Cuatro Fantásticos (Josh Trank, 2015). Claramente el cine basado en cómics debe de ser, antes que nada, divertido y espectacular. Después de eso, según el perfil de los diferentes personajes, se puede agregar mayor sustancia y profundidad.
El principal problema del cine de superhéroes actual es una ciega ambición; querer ser algo más y aspirar a una profundidad sin fundamentos. Resulta curioso que el logro de Nolan con su trilogía del caballero de la noche, en algunos casos, se ha convertido también en el primer enemigo del género, pues todos han querido replicar el éxito de taquilla y crítica alcanzado por la trilogía en cuestión. Pero no todo puede seguir esos preceptos, de ahí que otras cintas alabadas por los expertos como Capitán América: El Soldado de Invierno (Hermanos Russo, 2014), Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014) y Capitán América: Civil War (Hermanos Russo, 2016) agradaron a público y crítica por igual, sin sucumbir a las pretensiones. Al contrario, se trata de trabajos que fundamentaron sus exitosos resultados en nada más que la diversión desenfrenada y bien estructurada.
Hoy en día los estudios pelean arduamente por acaparar la taquilla y a los espectadores, y no es una sorpresa decir que las cintas que más gozan de este éxito son precisamente las basadas en superhéroes. Basta ver la lista de los filmes más taquilleros de los últimos diez años para ver que en los primeros tres lugares siempre hay una adaptación de comics. Marvel Studios (propiedad de Disney de unos años para acá) es quien se ha comido el mercado, dejando a estudios como Fox y Sony con serios problemas en sus sagas (léase X-Men, que aún goza de cierta salud, o Spiderman, que no tuvo otra más que aliarse al Marvel de Disney; o el caso de Los Cuatro Fantásticos, que no han dado una en pantalla). Igual de culpable en el descuido a este tipo de películas es su principal competidor, DC Comics (aliados a Warner Brothers), cuyos esfuerzos recientes han sido apresurados de forma torpe y atropellada, construyendo un universo cinematográfico hasta ahora sin rumbo concreto.
Con el tiempo, la taquilla y la crítica han sabido distanciarse y llevar sus rumbos separados sin interferir el uno con el otro en cuanto a los resultados de estas películas. Esto ha dado nacimiento a fenómenos como el ocurrido con títulos como Batman vs Superman (Zack Znyder, 2015) y Escuadrón Suicida (David Ayer, 2016), que han recaudado $873 millones de dólares y $745 millones de dólares respectivamente, según el sitio Box Office Mojo, a pesar de que la crítica las despedazó considerablemente, demostrando así que el público no se deja llevar por los comentarios de los expertos y que el género, independientemente de la calidad de sus productos, esta más sano y vivo que nunca con los espectadores, que al final son quienes mandan en esta ecuación.
Apenas el año pasado, el género cobró nuevos bríos con el estreno de Deadpool (Tim Miller, 2016) cinta que funcionó para demostrar que las historias más violentas y humorísticas también tenían cabida en estos universos fantásticos. Fue gracias a ella que Fox decidió darle luz verde a Logan (James Mangold, 2017), que además representa la carta de despedida de un personaje muy querido dentro de este tipo de cine; el de Wolverine, interpretado con gran entrega por Hugh Jackman.
Desde su estreno en el Festival de Cine de Berlín de este año, la cinta ha encandilado a la crítica mundial, con propios y extraños rendidos ante ella, destacando que es una obra madura, nostálgica y violenta, que además representa la mejor despedida de este universo para Wolverine. El personaje de Jackman tuvo sus altas y bajas, siendo precisamente el punto más bajo aquel primer acercamiento en solitario de este personaje; Wolverine: Orígenes (Gavin Hood, 2009), a la cuál Logan ahora le da una vuelta de 180º, presentando la que ya es catalogada como la mejor película de esta saga en particular, e incluso una de las tres mejores de todo el género.
Sin lugar a dudas estamos ante el Batman: El Caballero de la Noche (Christopher Nolan, 2008) de una nueva década y del universo de los X-Men, una cinta que trasciende de sus orígenes basados en comics, dando origen a una mezcla perfecta entre neo western, cine negro y superhéroes. Logan es un film violento, triste y estupendamente ejecutado detrás y delante de cámaras. Por fin tenemos un Wolverine tal y como debe ser; extremadamente salvaje y huraño, un antihéroe que no se tienta el corazón por los villanos, y al igual lo hace la cinta, ya que no tiene concesiones en cuanto a la sangre mostrada en pantalla.
La violencia es proporcional al sentimiento que provoca la cinta, ambos estallan frente a los ojos del espectador y dejan una marca imborrable en la memoria, no en balde existe un claro guiño cuando se ve en una televisión el famoso y melancólico western Shane (George Stevens, 1953), cinta con la que guarda algunas similitudes, sobre todo en el camino y destino de los personajes principales.
El primer acto de Logan es perfecto y, aunque el segundo acto decae un poco, para el tercero vuelve a arrancar y no para, acercándose un poco a Mad Max: Más Allá de la Cúpula del Trueno (George Miller, 1985), por aquello del héroe salvando a una tribu de niños.
Jackman cuelga las garras de este personaje y se retira por la puerta grande, como debe de ser, y se ha asegurado que se le recuerde en la historia del cine como este personaje que al final se ha vuelto una importante adición a la filmografía superheroica. Atención
también a Patrick Stewart, actor que siempre cumple y que aquí entrega una de sus mejores interpretaciones, dotando de más sustancia al filme con su papel de un ya también acabado profesor Xavier.
Gracias a la buena recepción de la última aventura de Logan, que ha recaudado más de $85 millones de dólares sólo en Estados Unidos (situándola ya como una de las cintas con clasificación R (para adultos) más exitosas de los últimos años), parece que estamos ante una nueva vertiente en el género de superhéroes; el de cintas más adultas, que no se hunden en la oscuridad, sino que acompañan el espectáculo y la violencia con una sobriedad que las re dignifica. Para entender mejor este éxito comercial basta compararla con Doctor Strange (Scott Derrickson, 2016) que ganó $88 millones de dólares en su primer fin de semana, siendo una cinta a la que podían entrar los más jóvenes. Esto propone una muy clara perspectiva sobre lo que alcanzó el estreno de la última aventura de Wolverine. Parece que aún queda un buen rato para este tipo de proyectos, los cuales son más que bienvenidos cuando resultan en materiales como muchas de las ya mencionadas en este texto, mismas a las que la última entrega de Jackman como Wolverine se une con honores.