Por Gonzalo Lira Galván / @Gonyz
“¿Por qué los negros no son más optimistas?”, le preguntan a James Baldwin durante una entrevista para el show de Dick Cavett en 1968. “Las cosas han mejorado”, agrega quien pregunta en uno de los varios momentos frontales que conforman la imprescindible No Soy tu Negro (2016). Dirigido por el haitiano Raoul Peck, el documental nominado al Oscar este año aborda uno de los temas que más daño siguen causando alrededor del mundo y, particularmente, en Estados Unidos. Así, con el racismo como pretexto, Peck logra homenajear a Baldwin 30 años después de su muerte, al mismo tiempo que no sólo demuestra el poderío de sus palabras, sino también la vergonzosa vigencia con la que resuenan hoy en día.
Para quienes no estén familiarizados con James Baldwin es importante contextualizar. Se trata de una de las voces más poderosas y trascendentes dentro de la lucha pro igualdad estadunidense, habiendo sido una de las primeras figuras públicas afro americanas en llevar las discusiones sobre la homosexualidad y el racismo a los escenarios más populares como la literatura y los medios de comunicación masiva, atravesando una serie de obstáculos socioculturales de los que Peck nos hace testigo a través de su prosa, imágenes de archivo y la acertada yuxtaposición de estos elementos con hechos o momentos históricos contemporáneos, que no hacen más que afianzar la idea de que la historia se repite a sí misma, aunque ésta no siempre sea algo de qué enorgullecernos como raza humana.
Poeta, novelista, dramaturgo, activista y crítico, el legado de Baldwin sentó precedentes dentro de una sociedad de la que tuvo que huir a los 24 años, mudándose a París (donde pasaría gran parte de su vida) con sólo 40 dólares en el bolsillo. La razón de su partida, sin embargo y en pleno siglo XXI, es tan ridícula como vigente. Siendo un hombre afro americano de origen humilde, el autor de poemas como Jimmy’s Blues o novelas como Just above my head, no desaprovechó la oportunidad de abandonar el país que lo vio nacer ante la necesidad de refugiarse en otra sociedad, la francesa, completamente alejado de todos los prejuicios norteamericanos y en terreno fértil para explorar sus ideas sin las distracciones del rampante racismo que siempre ha caracterizado a su país de origen.
James Baldwin & Marlon Brando
Fue durante dicho exilio donde, entre otros títulos, Baldwin planeó el libro Remember this House, que dejó inconcluso y de donde Raoul Peck basa gran parte del documental. Y es que las ambiciones de Baldwin en ese libro, más allá de interconectar las historias de íconos como Malcolm X, Martin Luther King y Medgar Evers (todos asesinados a causa de su activismo), provenían realmente de la claridad con la que el autor siempre logró asociar la historia del racismo con la del país entero, demostrando con cada idea o reflexión que más allá de una aversión relacionada con el color de la piel, lo que realmente carcome el tejido social estadunidense es la ignorancia y la manipulación que permiten marginar a cualquiera que se considere “diferente”.
Para realizar la labor, aunque ayudado por la poderosa escritura de Baldwin, el trabajo de Peck como director es igual de ilustrativo que sugerente, recurriendo no sólo a testimonios de Baldwin expresándose de viva voz, sino también a la narración del actor Samuel L. Jackson, quien aquí sirve de vehículo para las palabras que dejó en su última e inacabada obra. De esta manera, la ausencia de un alma o identidad verdadera, ambas distraídas en la banalidad y el odio infundados, terminan mostrándose como las más grandes carencias de un país cuyo poderío económico se muestra más como un arma en contra que a favor de su población, principalmente si ésta pertenece a alguna minoría.
No Soy tu Negro es una película esencial para entender la historia de la humanidad y su perenne miedo (¿o incapacidad?) para la adaptación, que además se siente más que vigente en un mundo donde la diversidad existe sólo “de dientes para afuera”.