Por Fernando Santoyo Tello / @FdoSantoyoTello
No cabe duda que el internet es una herramienta indispensable para estos tiempos, aunque no sólo es un gran aliado para adquirir conocimiento y diversión sana, sino que también tiene un lado oscuro, muy oscuro, en el que se puede acceder a las cosas más perversas y peligrosas con un solo clic. Entre lo más alarmante del lado oscuro de la web es que los más pequeños pueden acceder a todo este material de manera fácil y sin muchas trabas, aunado a que los padres de esta nueva generación no parecen interesarse por lo que hacen o ven sus hijos ahí.
Todo esto viene a colación ya que es precisamente una aparente indefensa historia de terror nacida en internet, la que le da vida al mito del “Slenderman”, la que cobró en 2014 su primera víctima a manos de dos niñas de 12 años. Este personaje de cuerpo alargado, sin rostro, con tentáculos en vez de brazos y que acecha a los niños, es un personaje ideal para crear miedo y toda una mitología a su alrededor, cosa que gracias al internet se ha logrado. Lo que antes conseguía el cine, ahora lo consigue también la poderosa red.
El “Slenderman” nace junto a las “creepypastas”, historias de terror que se esparcen como leyendas urbanas en la web, cuyo origen viene de la expresión “copy-paste”, ya que éstas se copian y pegan replicándose una y otra vez. No todas las “creepypastas” son textos y también pueden aparecer como imágenes, videos o juegos que aparentemente están embrujados, algo muy parecido al mito de las cintas de El Aro, en las que al ver cierta imagen cae sobre ti una maldición que te perseguirá hasta volverte loco o matarte.
Gracias a esta leyenda urbana fue que las niñas Morgan y Annisa, del pueblo de Waukesha, Wisconsin, le propinaron 19 puñaladas a una de sus compañeras de clase. Al ser arrestadas, ambas confesaron que cometieron el crimen por ordenes del “Slenderman”, personaje del que ambas eran seguidoras. El documental de HBO Beware of the Slenderman (2017) trata no sólo del impacto que tiene el internet en los más jóvenes, el mito del “Slenderman” y “las creepypastas”, sino también el espeluznante caso legal (y real) de ambas niñas.
Pero no esperen ver un documental de terror al uso ya que aquí no lo encontrarán. Lo que esta película sí dejará claro, sin embargo, es que resulta igual de inquietante observar las consecuencias del bullying y las enfermedades mentales no tratadas. Al final, el resultado es más cercano a la docuserie Making a Murderer de Netflix, pues el caso legal y las repercusiones en la familia de las niñas abarca más de la mitad de la duración, aunque nunca se deja de lado el mito del “Slenderman” y las “creepypastas”, que se abordan con éxito a pesar de quedarse en segundo plano ante el caso policial. Si bien es cierto que algunas escenas son terroríficas, no se trata tampoco de algo que no se pueda encontrar en la red al googlear un poco sobre el personaje.
La directora Irene Taylor Brodsky se ciñe a realizar un documental que aterrorice al público gracias a un personaje que poco a poco se ha ganado su título como el nuevo “Boogeyman” (o “el Coco”) en el mundo entero, pero también nos entrega un documento que busca crear conciencia de los peligros del internet, las consecuencias del bullying, los memes y las afecciones mentales no tratadas en los más jóvenes. Todos estos temas sin lugar a dudas provocan más horror que cualquier susto prefabricado, pues son reales, y el proyecto precisamente hace hincapié en eso, demostrando que la realidad es mucho más triste, desoladora y macabra que la ficción.
Por el lado negativo, hay que decir que al final la película se siente como un coitus interruptus, deseosos de más. Sin duda el formato de docuserie, parecido a la mencionada Making a Murderer, le hubiera dado mucho más empaque al producto, ya que el caso de las niñas que atacaron a su compañera por órdenes del “Slenderman” aún no ha concluido en la vida real, aspecto que deja a medias al público. Esto incluso es engañoso con los espectadores, pues el tráiler, poster y demás, prometen una cinta de terror al más puro estilo de La Bruja de Blair o similares, y el resultado final no podría ser más distinto, aspecto que tal vez no a muchos encantará.