Por Oscar Uriel / @OscarUriel
Amigos, ha llegado el momento de ponernos un tanto reflexivos (¡obvio no!) con respeto a lo sobrevivido en estos últimos diez días dentro del marco del Festival de Cine de Cannes.
Pese a la constante paranoia con respecto a la seguridad dentro de las instalaciones, las ridículas polémicas sobre las producciones auspiciadas por plataformas digitales y los insistentes abucheos por parte del gremio de críticos hacia películas que posteriormente revaloran en casa, la edición setenta del evento se transformó en un gran festival. A continuación, unos concisos apuntes al respecto.
Lo bueno
Una selección donde predomina el trabajo autoral.
Nos queda claro que ni a Thierry Fremaux ni a su equipo le impresionan las producciones estelarizadas por grandes figuras del cine de Hollywood. Para el cumpleaños setenta del evento, los organizadores optaron por una competencia más autoral que por cintas con fuerza mediática.
Al rescate de Adam Sandler y Robert Pattinson.
Quienes tenían dudas sobre la capacidad interpretativa de este par de taquilleras figuras internacionales, basta echar un vistazo a The Meyerowitz Stories (New and Selected) y a Good Times para disipar cualquier incertidumbre al respecto. Los dos salieron triunfantes de La Croisette.
Carne y Arena.
La instalación de realidad virtual orquestada por Alejandro G. Iñárritu y Emmanuel Lubezki se convirtió en un must del Festival. Para poder asistir a la experiencia tenías que recibir una invitación personal e intransferible, la cual canjeabas por una cita. Ni la fiesta de Vanity Fair o Chopard se convirtieron en un evento tan en demanda como esta instalación.
El regreso de Lynne Ramsay.
La realizadora escocesa tarda varios años en entregar un nuevo trabajo, pero ¡vaya el impacto que provoca con cada uno de sus regresos! You Were Never Really Here es uno de los títulos definitivos de la edición 2017. Sus cintas manifiestan una evolución como artista y una sutilidad cinematográfica exquisita y digna de contemplar.
Cannes Classics.
Siempre un banquete para cualquier cinéfilo y este año no fue la excepción. Tuvimos la oportunidad de asistir a una exhibición de Bella de Día de Luis Buñuel, presentada por la mismísima Catherine Deneuve, así como la proyección de Becoming Cary Grant, un documental que examina al ídolo cinematográfico más allá del arquetipo que presentaba en la pantalla grande.
Los mexicanos en Cannes.
No se trata de ponernos nacionalistas ni mucho menos, pero dudo que en un corto periodo tengamos la oportunidad de ver juntos a Salma, Diego, Gael, Cuarón, Del Toro, El Chivo e Iñárritu en una misma fotografía. ¡Qué mejor que el aniversario setenta del Festival de Cannes! Esto habla del impacto que tiene el talento mexicano dentro del medio fílmico internacional.
La Quincena de Realizadores.
Siempre lo digo y lo diré. Se trata de mi sección favorita del Festival. Este año vi discretas joyas como la colombiana La Defensa Del Dragón, de Natalia Santa o I am Not a Witch de Rungano Nyoni.
Lo malo
Logística de ingreso al cine.
Los dispositivos de seguridad fueron tan rigurosos que impedían el acceso fluido de los asistentes a la sala de proyecciones, provocando retrasos considerables. En ocasiones se registraron demoras de hasta veinte minutos en función, algo inaudito dentro de la estructura del Festival de Cannes, amén del desconocimiento total del equipo de protección de cualquier protocolo dentro de los colores de las distintas acreditaciones.
La tan forzada polémica “pantalla vs plataforma”.
Mientras Almodóvar consideraba como algo excepcional que la cinta ganadora de la Palma de Oro no se proyectara en cines, Will Smith aludía a que sus hijos mantenían una cultura cinematográfica gracias a Netflix. Las burlas y protestas de los asistentes cuando aparecía el logo de cualquier compañía VOD sonaba más a un debate forzado que a un argumento sostenido.
La estridente recepción a películas meramente admisibles.
Este es un fenómeno constante en un magno festival de cine ¿Qué esperar en Cannes? Una de las víctimas de esta edición es la encantadora cinta How To Talk To Girls At Parties la cual se exhibió fuera de competencia y fue implacablemente acribillada por la crítica especializada. Incluso un colega en su texto impreso aconsejó a los productores no lanzar el título en cine, pues “no contaba con las formalidades elementales” para ello. Lo paradójico del asunto es que el tiempo suele poner las cosas en su lugar. Veremos qué sucede con la película de John Cameron Mitchell, quien se duda alguna vivió un trago amargo en el festival.