Por Gonzalo Lira Galván / @Gonyz
Humberto Busto cumple la mayoría de edad como actor. A 18 años de haber conseguido su primer papel en cine como el mejor amigo de Gael García Bernal en Amores Perros, a partir de este viernes 16 de Junio, el actor podrá ser visto en la serie El Chapo que, después de haberse estrenado en Estados Unidos para la cadena Univisión, llega a Netflix para contar la historia del narcotraficante más conocido alrededor del mundo en la actualidad.
Además de haber trabajado en series de televisión tan populares como Los Héroes del Norte y alguna que otra telenovela, Humberto ha formado parte en la pantalla grande de proyectos con directores tan propositivos o populares como Alejandro G. Iñárritu, Michel Franco, Isaac Ezbán, Luis Estrada o Fernando Sariñana, y más recientemente con gente como Marcelo Tobar (Oso Polar), Nicolás López (Hazlo como hombre) o Sebastián del Amo (Cantinflas, El Complot Mongol) en películas prontas a estrenarse. Asimismo, el también director ha logrado concretar dos proyectos de cortometraje detrás de la cámara como La Teta de Botero y Julkita, ambos muy bien recibidos en el circuito de festivales nacionales e internacionales.
Con el estreno masivo de El Chapo (donde interpreta al personaje de Don Sol) en todos los territorios que abarca Netflix a nivel mundial, el actor asegura que su evolución profesional no podría ser más evidente, razón suficiente para haberlo invitado por un trago (en un ruidosísimo bar de Coyoacán) durante un viaje exprés a la Ciudad de México (Humberto actualmente vive entre Berlín y Bogotá, donde se encuentra desarrollando proyectos como la serie en cuestión) donde platicamos sobre su nuevo proyecto para la pantalla chica, que él asegura por fin le hace honores a sus principales influencias actorales como Isabelle Huppert, Philip Seymour Hoffman o Kevin Spacey.
-Cinema Móvil: Cuéntame por qué esta serie llamó tu atención.
Humberto Busto: “Fíjate que lo principal es que, aunque la serie está realizada por distintos directores, es de las pocas en Latinoamérica que tienen showrunners. En México, por ejemplo, nunca ha existido como tal la figura del showrunner. Y aunque esta serie no es mexicana como tal, lo cual está chido, sí se trata de un proyecto hecho en conjunto por México, Colombia y Estados Unidos, donde esa figura es esencial. En El Chapo hay dos showrunners: Uno es Josué Mendez y la otra es Silvana Aguirre, una peruana increíble, muy cabrona, que es documentalista y que durante tres o cuatro años se dedicó a investigar esta historia con un equipo muy chingón, que pertenece a una nueva filial de Univisión. Ambos tienen un grupo de escritores encabezado por Carlos Contreras. Ellos buscaban llegarle a un público que no tenían. Querían conquistar a la gente de menos de treinta, latina y que viviera en Estados Unidos, entonces contrataron pura banda menor de treinta años, que están en nuevas frecuencias, que no crecieron viendo telenovelas y más cercanos a la gente que hace cine. Crearon una cosa que se llama Storyhouse Entertainment, que es ahora la filial más a la vanguardia en Univisión.”
-¿Algo como lo que Televisa quiso hacer con Arca?
“Sí, sólo que aquí nadie les impone que se apeguen a nada. Porque allá sí deben ceñirse a un estilo y un público. Eso permitió que la serie fuera contemplada como de sólo tres temporadas. Así siempre han sabido de qué va a tratar y cómo es el arco de los personajes, contrario al formato televisivo latino en el que, si algo pega, entonces estiran el proyecto hasta que se quedan sin ideas.
La historia se centra en dos personajes. Entonces conocemos la historia del Chapo (Marco de la O) desde sus inicios hasta que lo extraditan, y los mismo pasa con mi personaje, cuya historia va desde que lo conocemos en un partido que se llama PTI hasta que consigue una candidatura importante.”
-¿Tu personaje Don Sol, está inspirado en alguien?
“Es como una mezcla entre varios personajes de la política. La historia base es la del Chapo, pero la realidad es que a través de esto exploramos el tema de la ambición, que tiene jodidos a muchos países. Aquí nos preguntamos por qué hay gente que enloquece con el poder de esa manera. Por qué hay gente que quiere llegar al poder y ahí hacen la clase de mierda que muchos están haciendo. Entonces aquí descubrimos cómo se ha ido liando la política con el narco, con los intereses personales y los íntimos.”
-¿Entonces el Chapo es un pretexto para hablar de otras cosas?
“Pues es la imagen central de la serie. Sí se trata de su historia, pero aquí entendemos que este tipo de personajes no surgen por generación espontánea. Es el conjunto de varias coyunturas históricas, sociales, políticas y de intereses. Y eso es lo interesante, porque desarrollaron toda la serie como una especie de mapa que nos hace entender por qué estamos parados en la realidad que conocemos. Nos ayuda a entender por qué estamos tan des sensibilizados e ignoramos por qué la política funciona así. Porque la realidad es que los políticos trabajan para el servicio público.
Otra cosa que me gusta es que en El Chapo no hay una apología de la violencia, como ocurre con tantas otras series…”
-¿Pero entonces la serie se aprovecha de la fama del Chapo?
“Bueno, a ver, estamos hablando de una serie. Sin duda hay intenciones de que forme parte de un mercado. Yo no había aceptado hacer series de narcos, aunque ya me habían ofrecido algunas, porque me cagan estas cosas. Se me hace que a veces son muy irresponsables…”
-Porque hubo un boom de series sobre el tema…
“Pero muchas son súper irresponsables, güey. Hay menores de edad viendo esas series, que creen que ser El Señor de los Cielos es tan sencillo como ser un cabrón súper guapo, rodeado de mujeres buenísimas y al que le va súper bien porque casi te lo pintan como un Superman. Aquí no. En esta serie nos apegamos lo más posible a la realidad y a hechos periodísticos. Sobre eso, claro que hay licencias de ficción. Por eso mi personaje no es un alguien específico que existe, sino alguien que representa la ambición extrema en el circuito del poder…”
-Eso no es nuevo. ¿Viste Moneyball, con Brad Pitt?
“Exacto…”
Ahí el personaje que hace Jonah Hill es en realidad una mezcla o reinterpretación de muchos otros, aunque en realidad no está basado en nadie particular, igual que lo que hizo con Scorsese en El lobo de Wall Street. Porque en realidad ahí la película se trataba de Jordan Belfort, que lo hizo Di Caprio…
“Eso está bueno, porque entonces te puedes agarrar de muchas anécdotas del país…”
-Y lavarte también las manos…
“No, no. No lo creo tampoco. Por ejemplo, yo ahora estoy leyendo un libro buenísimo que es como una enciclopedia de la megalomanía. Es un libro que te habla desde Calígula hasta la actualidad, sobre todos los dictadores y gobernantes que han enloquecido por el poder. No importa si es Rumania, Venezuela, México o Chile. El libro nos hace preguntarnos qué estamos haciendo, ¿por qué la humanidad se está comportando de esta manera? Es un material buenísimo. Y me ha servido para desarrollar el personaje de Don Sol.
La primera temporada está encaminada a conocer la historia del Chapo. Ya en la segunda es el turno de descubrir a Don Sol, para que en la tercera podamos ver cómo se enfrentan estos dos. Eso eventualmente nos va a mostrar cómo ambos se complementan como si se tratara de un espejo. Porque aparentemente pertenecen a dos mundos distintos, aunque ambos quieren lo mismo.”
-¿Entonces no hay bueno ni malos?
“Exactamente. Eso está increíble porque la serie no se frena, ni en las apologías, ni en asuntos de bondad contra maldad. Son personajes complejos y muy bien estructurados con los cuáles se puede hablar de un chingo de temas. Eso me gusta mucho, como actor y como espectador.”
-¿Hiciste un casting para este personaje?
“Sí, yo hice casting. No encontraban a su personaje y llevaban dos meses buscándolo…”
-Y entonces te encontraron a ti: el chaparrito cabrón…
“Jajaja… Sí. Está buenísimo el personaje. Es como un mini Frank Underwood, ¿sabes? Es uno de estos güeyes que nunca sabes qué están pensando en realidad, que manejan un chingo de máscaras, que todo el tiempo parecen estar jugando ajedrez, viendo de qué pie cojea el otro para chingárselo y seguir adelante. Es de estas personas que van manipulando al resto de la manada, a la prensa y al público. Además de que tiene una vida íntima que se irá develando y que está de lujo. Eso es muy interesante porque entonces descubres por completo a este tipo.”
-Porque así funcionan estas figuras de poder, que se ensañan con aplastar a todos. Se trata de personajes con muchísimos complejos…
“¡Claro! Eso lo hablábamos mucho al principio. Yo estaba muy reticente a hacer la serie porque no me interesaban estos temas. Ya después vi que estaban involucradas personas como Ernesto Contreras, José Manuel Cravioto, Carlos Moreno y muchos más. Todos son grandes directores mexicanos, colombianos y catalanes que se van rolando entre episodios. Platiqué con Ernesto y con los showrunners, me dieron los capítulos y entonces vi que no era una narcoserie de esas que parecen novelas. Ahí caí en cuenta que sí había buen material.
Desde ahí fue que empezamos a reflexionar sobre cuál era el pasado de Don Sol. Es un personaje bien peculiar porque es alguien que nunca estuvo en una posición social privilegiada, que para llegar a donde está tuvo que chingarle cabrón. Es uno de esos tipos que toda la universidad trabajó muchísimo porque siempre quiso llegar a la política, pero nunca tuvo los contactos o las palancas para hacerlo por la vía fácil. Es, inclusive, alguien que pertenece a la clase media más baja, ¿sabes?”
-Entonces es un personaje de contrastes porque, aunque es alguien que sí chambeó…
“Pero eso no le quita lo hijo de puta…”
-Totalmente. Hay muchos así…
“Además, hay mucho de su vida personal que él sabe que puede jugar en su contra. Entonces su línea dramática gira en torno al sacrificio con tal de obtener el poder. Y eso repercute en ambos personajes, el mío y el del Chapo.”
-Claro. Seguro la historia del Chapo es una en la que tuvo que dejar atrás muchas cosas.
“Sí, en su historia hay sacrificio y muerte por todos lados. Pero la serie logra todo esto sin entrar nunca en el melodrama. El tono de la serie es súper contenido. No podemos cambiar diálogos. Ya hasta bromeamos con eso porque, cuando alguien cambia algo, casi de inmediato creemos que van a llamar a las oficinas de Univisión en Miami. (Risas)
Pero eso está bien. En México hay muchos proyectos que se desvirtúan porque todo el mundo les mete mano. Ahí tienes de repente a los actores metiéndole su jocosidad, o un productor agregando cosas que ni al caso. Pero aquí todo el tiempo hay una línea muy clara de cómo debe ser la serie. Para mí, las mejores series son aquellas en las que las cosas no se hacen explícitas. Aquí todo es muy sobrio y contenido. Los directores nos hacen pensar todo el tiempo. En el primer capítulo, por ejemplo, no hablo sino hasta el final. Todas las escenas son sin diálogos, sin embargo están pasando muchas cosas. La presentación de los personajes es muy interesante, porque aquí no se trata de lo que decimos, sino de lo que ocultamos. Está increíble, güey.”
La primera temporada de El Chapo ya puede ser vista a través de Netflix desde este Viernes 16 de Junio.