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spidey

Por Gonzalo Lira Galván / @Gonyz

En 1986, en la revista estadounidense TIME, el crítico Richard Schickel se refirió a Un Experto en Diversión (Ferris Bueller Day Off) de John Hughes como “el sueño adolescente de la gloria: la sensación de tener, al alcance de la mano, las habilidades técnicas para sabotear la maquinaria de opresión adulta”. Esta cita viene a colación al hablar de Spider-Man: De Regreso a Casa (Jon Watts, 2017) por dos sencillas razones: La primera y más inmediata es un muy bien camuflado homenaje visual a las películas de Hughes (principalmente la recién mencionada y El Club de los Cinco) pero, la segunda y más importante, también se debe a que en este caso hay algo más trascendente que el mero guiño al fallecido director de películas como Ciencia Loca (1985) o guionista de la exitosa saga de Mi Pobre Angelito (1990 y 1992).

Resulta curioso que, tratándose de una película que nunca deja de recordarnos (a veces con necia insistencia) su lugar dentro del Universo Cinematográfico Marvel, bajo la dirección del prácticamente desconocido Watts (cuyo referente más popular es la película Clown, producida por Eli Roth), logra capturar la esencia no sólo de una generación, sino de la experiencia general de ser adolescente. Como lo hiciera el recién mencionado Hughes, el director detrás de Spider-Man: De Regreso a Casa transmite con ligereza y frescura la mentada angustia adolescente, pero lejos de enfocarse en el discurso de “lo difícil que es crecer”, aprovecha la poco común situación en la que su protagonista atraviesa por dicha etapa para enaltecer algo más valioso sobre nuestros años mozos: la capacidad de asombro y diversión.

Ahorrándose la ya muy conocida historia de los orígenes del arácnido (para referencia ya hay bastantes películas sobre el Hombre Araña por ahí), Watts salta de inmediato a la acción tras un breve establecimiento de sus personajes, siendo aquí quizá lo más trascendente la correspondiente a The Vulture (un bastante bien aprovechado Michael Keaton), a través de la cual también aprovechan los guionistas la oportunidad para hacer referencias a otros elementos que los fanáticos de Spider-Man sin duda agradecerán.

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Sin tropiezos aparentes, el director mete de lleno al público al mundo de Peter Parker/Spider-Man (un muy efectivo Tom Holland) apenas poco tiempo después de lo ocurrido en Capitán América: Civil War (Anthony y Joe Russo, 2016). Y aunque la acción pronto invade la pantalla, lo que verdaderamente captura al espectador es la facilidad con la que el director nos hace cómplices (no sólo testigos) del asombro con el que su protagonista debe concebir sus nuevos poderes y obligaciones. Es así que nuestro héroe pronto se ve involucrado con los Vengadores, primordialmente Tony Stark/Iron-Man (Robert Downey Jr.), con quienes pronto entendemos que su rol es apenas el de un novato a prueba, permitiendo así que la película mantenga los pies en la tierra.

Con esto como principal anclaje es que Watts no sucumbe a hacer de Spider-Man: De Regreso a Casa una nueva película de los Vengadores y, logrando sortear las obligadas referencias al resto de los personajes en el universo compartido de Marvel para la pantalla grande, encuentra una mezcla de tonos que nos llevan sin forzarnos nunca de la comedia al drama y la acción. Es aquí donde Tom Holland demuestra por qué fue el elegido a pesar de su corta edad (el actor tiene 21, aunque aquí interpreta a alguien de 15). El joven británico no sólo carga con una de las películas más esperadas del verano sino que, como si se tratara del poseedor de algún súper poder, logra que la tarea parezca sencilla.

Sin alcanzar nunca los niveles de creatividad visual o humorística logrados por James Gunn en la primera aventura de los Guardianes de la Galaxia (2014), lo que sí logra Spider-Man: Homecoming es olvidar al público purista de Marvel (que ya siempre tiene algo de qué quejarse) para acercarse al más joven, recreando de una forma sorpresivamente entretenida el mito del héroe en la era de la tecnología y las comunicaciones. De esta forma Watts (apoyado por un equipo de guionistas que incluye una mezcla de talentos detrás de series como Community o Freaks and Geeks) consigue devolver al Hombre Araña a la pantalla grande, no sólo como una pieza más del mosaico que Marvel busca crear en la historia de los blockbusters (dinero, dinero, dinero), sino también como una veraniega película que, aprovechando las vacaciones, lo único que busca es conectar con un público joven y ansioso por irse de pinta, como Ferris Bueller, para pasar buen rato en el cine.