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Por Alberto Acuña Navarijo / @LoungeYMartinis

NOTA: TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN JULIO DE 2017

Querer negar nuestra Historia, ignorar aquellos episodios turbios, violentos e infames que la han ido conformando sólo provocará que tarde o temprano se repita y nos estalle en el rostro. Esta es la reflexión que hace La 4ª Compañía, ópera prima de Amir Galván Cervera Mitzi Vanessa Arreola, en la cual se reconstruye el capítulo real de la formación a finales de los años setenta de un autogobierno criminal en las entrañas de Santa Martha Acatitla, auspiciado por las propias autoridades a la par que se vive el esplendor y ocaso de “Los Perros”, el equipo de futbol americano de la prisión; todo ello visto a través de los ojos de Zambrano (el ganador del Ariel 2017 como mejor actor, Adrián Ladrón), un joven delincuente reincidente que termina sumergiéndose en ese mundo de impunidad, hostilidad y descomposición.

Unos días previos a la ceremonia del Ariel, de la cual su película fue la indiscutible ganadora de la noche obteniendo diez estatuillas de las veinte a las que aspiraba (incluyendo la correspondiente a la categoría principal); nos reunimos con la pareja de realizadores para hablar de la intención que su obra sea un catalizador para poner en la mesa el estado actual del sistema penitenciario en el país, de lo fascinantes y complejos que son los anti-héroes para escribir un guión, de su sentir después de haber filmado al interior de la cárcel y de cómo la iconografía de la época hizo brotar, en medio de la investigación, recuerdos infantiles.

-Cinema Móvil: Tomando en cuenta que apenas hace unas horas se dio la noticia del motín en el penal Tres Cruces en Acapulco, no es difícil imaginar la motivación para escribir el guión de esta película: no hay mucha diferencia entre la actualidad y la realidad penitenciaria de hace cuarenta años. Sin embargo, ¿cómo llega esta historia a tus manos?

Mitzi Vanessa Arreola: “Yo conocí a Amir en un festival de escuelas de cine donde estaba programado su documental Lo Que Quedó de Pancho, el cual me sorprendió y me causó cierta fascinación. Como yo soy muy callejera, comprendía un poco la relación que pudo haber existido entre él y sus personajes, y eso derivó en una conversación muy larga respecto a su película. Entonces él me dijo en algún momento, ‘Oye, mi personaje me contó esta historia que me parece muy atractiva, la tengo registrada. ¿Qué te parece hacer un guión para largometraje de esto?’ y de esa manera fue como llegó a mí’.

-Pareciera que no es casualidad que La 4ª Compañía se sume a algunas películas mexicanas recientes que revisitan pasajes oscuros y semi-olvidados de la Historia del país, relatos criminales como Mexican Gangster, El Paciente Internopróximamente Museo, o anteriormente a éstas Los Ladrones Viejos: Las Leyendas del Artegio.

MVA: “Creo que a veces la gente se cuestiona el por qué hacer este tipo de películas, como si fueran apologías de la violencia. Pero, vaya, es nuestra realidad y es lo que conocemos, lo que nos afecta y a lo que somos sensibles. Generalmente uno crea porque necesita expresar y compartir lo que uno reflexiona respecto a ciertos hechos”.

AGC: “Pero ciertamente hay pocas películas históricas en México, quizá sea un tema de presupuesto, porque hacer cine de época es caro. Pero sí, hay un buen germen de esas historias. Por ejemplo en el caso de Los Ladrones Viejos, uno de sus personajes es Raymundo Moreno Reyes “El Burrero”, uno de estos criminales que aprendieron de artegios y pasaron más de la mitad de su vida en prisión. Él aparece en La 4ª Compañía y de algún modo se representa a sí mismo, porque él iba a ser la tercera persona que alcanzaría el helicóptero en el que se fugaron David Kaplan y Carlos Contreras en 1971. En el caso de Alfredo Ríos Galeana y Mexican Gangster, es una historia de asalta bancos paralela a la nuestra o a la de los narcotraficantes colombianos que fueron encontrados asesinados en el Río Tula; en las cuales “El Negro” Durazo fue un personaje central. Entonces, sí, hay toda una realidad muy intrincada de corrupción, de historias policiacas que son muy rescatables justamente de esa época”.

MVA: “En otros ámbitos hay cineastas que también tienen un contexto en ese estilo, donde hay criminales y mafias, conocieron, vivieron y se apropiaron de esas historias. A mí me parecen maravillosas, pero a veces cuando se habla de esas historias en el ámbito mexicano, por alguna razón se piensa en el tercer mundo, cuando éstas tienen su riqueza dramática y sus personajes tienen profundidad, entonces el rescatarlas creo que responde a eso”.

AGC: “Y rescatarlos en aproximaciones cinematográficas tan distintas. En el caso de Everardo González con Los Ladrones Viejos hay en un rigor de la investigación documental, del testimonio, de la fuente directa; y en el caso de José Manuel Cravioto con Mexican Gangster hizo una película mucho más dirigida al cine de acción, mientras que nosotros estamos entre el drama carcelario y la épica deportiva”.

Además de la riqueza de estas historias y complejidad de estos personajes, también ustedes y estas otras películas hablan de esa suerte de maldición que tradicionalmente se le adjudica al mexicano: su memoria a corto plazo.

MVA: “Sí, hablamos de los orígenes de este universo, de cómo se empezaron a asentar las bases para que ocurriera este crimen organizado que ahora ya no se puede contener; antes eran ciertos grupos de criminales y las autoridades haciendo el autogobierno en las cárceles, pero ahora ya hablamos de cosas mucho mayores, con otro tipo de violencia, que también nos dirige a la descomposición del tejido social. Cierto, hay un eterno retorno de la Historia pero existe un nivel de deshumanización, por eso cuando dicen ‘Esa película es muy cruda’, yo me asomo a la realidad de cada día y digo ‘¡Híjole! Falta abrir un poco más los ojos’”.

-En aquel cine mexicano surgido en los años ochenta, basado en la nota roja como Masacre en Río TulaLo Negro del Negro o Durazo: La Verdadera Historia, e inclusive videohomes recientes como Dios Te Bendiga Hijo Mío también ambientado en Santa Martha, la denuncia se entremezcla con el sensacionalismo y la explotación. Su película hace alusión al motín de Topo Chico en el epílogo. ¿Cómo exponer el comentario social pero sin caer en la denuncia de tufo didáctico?

MVA: “Nosotros solamente hicimos una película. Amir le llama Cine de Inmersión, que básicamente es que te sumerges en el guión con mucho rigor para saber qué le corresponde y qué le es ajeno. En esta descripción implícita está la denuncia, pero a nosotros no es que necesariamente nos mueva denunciar, a nosotros nos mueve contar historias, los por qué y los para qué de ciertas cosas, que eso implique en una denuncia es un poco el resultado de la realidad misma y uno trata de balancear a partir de la posición artística. No somos activistas, somos creadores”.

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-En la sesión de preguntas y respuestas que ofrecieron a la prensa hace unos días, comentaban que los registros de este caso en los medios son más bien escasos. ¿Cómo fue el trabajo de documentación?

AGC: “Digamos que el periodista que más registró esta historia con nombres y apellidos fue Julio Scherer, fundador de la revista Proceso, quien escribió un libro llamado Cárceles el cual está formado por una larga entrevista con Carlos Tornero Díaz, un psicólogo de la penitenciaría que trabajó justo en la época que Santa Martha la dirigía Juan Alberto Antolín Lozano. Así, en el libro da cuenta de la formación de La 4ª Compañía, su herencia de carácter militar y cómo hubo varias generaciones de este tipo de autogobierno; nosotros la que estamos retratando es la segunda”.

MVA: “Ahora, también hay que recordar cuál era el estado de las cosas con la prensa en ese entonces. Sin embargo, aunque no existen tantas notas, lo que sí hay es todo un grupo de testigos dentro de Santa Martha quienes además son gente que suele regresar a la cárcel, algo que a mí me sorprendió mucho al revisar los expedientes. Encontramos en estos cómo muchos de ellos llegaron la primera vez por un delito menor, como podía ser “vagancia y malvivencia”, la segunda vez por “robo”, la tercera vez por “robo con violencia”, la cuarta ya llegaron por “homicidio”, y la quinta… Entonces, justo en esta suerte de puerta giratoria, nos encontramos con varios reclusos que conocían la historia y también a los custodios, quienes hicieron toda una carrera en el sistema penitenciario. Estuvimos buscando información hasta debajo de las piedras, por ejemplo en la Fonoteca Nacional, donde encontramos material maravilloso de programas de radio de la época. Fuimos a otros archivos y encontramos el stock que se ve en la película, el cual nos pareció bastante pertinente usar para abrir y cerrar, además de terminarla de vestir con cierto punto documental. Teníamos como colaborador a Javier Ramírez, quien hizo la investigación iconográfica precisamente de Los Ladrones Viejos, aunque nuestra ansiedad hizo que fuéramos y nos pasáramos horas en las hemerotecas a estar hojeando las páginas de los periódicos”.

AGC: “Por ejemplo, encontramos que en la prensa deportiva sí hay una documentación completa del equipo de futbol americano Los Perros de Santa Martha, el cual fue invitado dos temporadas de las que nosotros hacemos una fusión de ambas, y descubrimos que fueron un fenómeno. Como dato curioso, The Longest Yard con Burt Reynolds era una película más o menos reciente, entonces estaba en el imaginario colectivo y el periódico Esto se refiere al equipo como “La Máquina Infernal”. Las notas e imágenes nos dieron la oportunidad de cruzar un montón de datos y de hechos para poder hacer un guión sólido y construir la ficción”.

MVA: “Creo que nuestro entusiasmo también tiene que mucho que ver con la edad que teníamos cuando ese universo estaba ahí. Nosotros éramos niños y es un poco lo que le ocurrió a María José Cuevas, a quien he escuchado hablar del universo de su película Bellas de Noche y cómo ésta le resuena a su infancia, y cómo veía a las vedettes; a nosotros la infancia también nos resuena con La 4ª Compañía. Nosotros, por ejemplo, prendíamos el radio y escuchábamos la XEQK, y así como eso hay muchos recuerdos que son muy vívidos. A la hora de reencontrarnos con ciertos elementos nos volvimos locos y felices”.

AGC: “Sensaciones que se tradujeron en horas y horas en las hemerotecas, al ver qué estaba en la cartelera nos encontrábamos con anuncios de “¡37° Semana de Éxito!” para una película mexicana, algo que ahora resulta súper ajeno. Empezábamos a ver y a recordar fotografías, tipografías, textos, personajes de la televisión y a hacer una reconstrucción. De repente nos dábamos cuenta que debíamos de retomar lo que en realidad estábamos buscando, simplemente se nos iba el tiempo”.

-Podríamos decir que sus historias personales terminaron introduciéndose en la película.

MVA: “Lo que te puedo decir es que la película es mi papá hablando de esa forma totalmente setentera con sus amigos. Mi fascinación por el lenguaje proviene de ahí, entonces cuando estaba escribiendo el guión ahí estaban sus expresiones ocurrentes, originales y curiosas”.

AGC: “En mi caso la cárcel me es muy cercana por mi familia: mi abuelo fue médico en Lecumberri, después fue médico legista en el forense, iba muchísimo a Santa Martha y de algún modo tenía que entrarle a este juego con las autoridades de la época. Por otra parte, durante los años ochenta y hasta inicios de los noventa mi mamá trabajó con el periodista Francisco Huerta, cuyos programas en radio son de los archivos sonoros que encontramos y utilizamos. Huerta tenía un programa que se llamaba Inocente o Culpable, en el cual iban a las cárceles de la Ciudad de México, hacían entrevistas con los internos y después un panel de especialistas mayoritariamente abogados -ya que en ese entonces no habían derechos humanos- teorizaban si eran inocentes o culpables los entrevistados. Mi mamá era la persona que hacía la producción. Entonces de alguna manera en mi imaginario están esas historias de cárceles, que es un poco como yo llegué a la historia de Lo Que Quedó de Pancho”.

MVA: “Hay una cosa increíble con Francisco Huerta. Él tenía otro programa en ABC Radio llamado Opinión Pública, relacionado con denuncias ciudadanas, y había un día dedicado a que la gente pudiera comunicarse con el presidente por medio de cartas que él leía al aire. Pero resulta que una ocasión, una de esas cartas era de un custodio de Santa Martha, quien denunciaba todo lo que estaba ocurriendo en ese tiempo y todo lo que dice tiene tanto que ver con la historia que estamos contando, que nos sorprendimos cuando llega al asunto de Florecita, el personaje que interpreta Darío T. Pie y lee ‘Que el Sub-Director Técnico pide que los internos vayan a su oficina para que le hagan el favor… ¡ah, caray! ¡Alguien está diciendo algo de su conducta sexual!’; ahí para y continúa ya con otra cosa. Esto fue un archivo que encontramos mucho tiempo después, de hecho ya habíamos filmado gran parte de la película. Ya no se incluyó pero es importante”.

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-Además de sus personajes que son criminales reincidentes, el desamparo en el que se encuentran cuando alcanzan la libertad y que ambas cierran de forma similar en los Multifamiliares Miguel Alemán; da la impresión que La 4ª Compañía comparte con Lo Que Quedó de Pancho cierto pesimismo: la readaptación. La reinserción social se ve como una falacia.

AGC: “La de La 4ª Compañía era una historia difícil de articular porque Zambrano, el personaje central, es un anti-héroe y salíamos sin muchos elementos. Nos costó mucho trabajo ver cuál sería su trayectoria durante toda la película y así causar empatía hacia alguien que finalmente viaja en este viacrucis y va a estos submundos donde se relata la pérdida de la inocencia. Y ahí hay una similitud entre películas, obviamente existe una reconstrucción en la ficción de ese personaje pero tiene vasos comunicantes en la esencia. Ahora, más que poco esperanzador yo diría que el final es abierto, soltamos al personaje en una secuencia muy similar pero el espectador es el que construye lo que sigue, y eso es una metáfora de muchas cosas”.

MVA: “Cuando estaba escribiendo pensaba en Zambrano como el representante de una sociedad, que puede cometer algunos errores en su vida personal como todos los cometemos, pero que de pronto es arrojada a universos muy hostiles, donde es explotada y no se reivindican sus fortalezas, sino que se acentúan sus oscuridades y más hablando en una prisión. Entonces originalmente en el guión, la película terminaba con Zambrano en la azotea después que había recorrido todo ese universo y se había dado cuenta que no es que entendiera todo lo que creía que tenía que entender sobre la vida y sobre ser un delincuente porque finalmente era un delincuente de poca monta, ello mientras un helicóptero se alejaba, volviéndose así una metáfora plástica de la esperanza, y aunque cerramos a inicios de los años ochenta, de pronto uno se quedaba en su butaca y pertenecía tanto a esta historia como el propio Zambrano. Finalmente por un accidente práctico con el dron con el que íbamos a filmar esa secuencia, ya no quedó como se tenía pensado, pero si se mantuvo el concepto”.

-Antes de filmar La 4ª Compañía se involucraron en la realización de Presunto Culpable. ¿Cómo fue dicha experiencia y qué influencias les dejó para su propia película?

AGC: “Sí, nosotros estábamos haciendo La 4ª Compañía en términos de pre-producción y, ya que teníamos experiencia como cineastas dentro del sistema penitenciario, nos presentaron a Roberto Hernández y a Layda Negrete, quienes estaban filmando todavía la película. Nosotros nos incorporamos a su trabajo, yo como fotógrafo y Vanessa como consultora creativa”.

MVA: “Cuando miré la película que estaban haciendo ellos, vi que querían encontrar una forma de socializar todo lo que su propia investigación estaba arrojando, porque también tienen una vena académica importante, y finalmente la política pública es algo que les importa. Entonces decían ‘Si nosotros escribimos libros, nadie se entera porque poca gente lee’, y descubrieron que el audiovisual era una forma importante de compartir lo que a ellos les asombraba acerca de la impartición de justicia en el país. Hacen esta película súper necesaria y me parecía increíble, yo no sabía que iba a ser el fenómeno que fue pero, ir y colaborar, y hacer lo que fuera para que llegara lo más lejos que se pudiera, me parecía súper importante. Por nuestra parte, con La 4ª Compañía queremos preguntarnos ¿qué clase de solución creemos que está en la cárcel? O sea, cuando la gente llega, pasa todo este viacrucis y luego sale, ¿qué esperamos que pase? También es un asunto con la descomposición social que tenemos afuera. No se está resolviendo nada, nada más se está agudizando. Yo le llamo La Fábrica del Resentimiento, el ver tanta injusticia y padecerla ¿cómo no te va a hacer odiar a todos? A algunos los transformará para conseguir una profunda sabiduría pero a otros tantos les tocará para llegar y desquitarse con quien sea”.

AGC: “Y también lo que pasó con Presunto Culpable es algo que idealmente nos gustaría que pasara con La 4ª Compañía, que es generar una discusión pública alrededor de la cárcel. Es decir, salir del entretenimiento, poner los temas relativos a la cárcel en la agenda y que de una vez por todas los especialistas y las autoridades se pongan a plantear una cárcel que sí funcione en este país. En ese sentido compartimos esta visión, por eso ellos también son parte de este proyecto”.

MVA: “La cual no se trata de una visión romántica sino una visión realista. El haber estado dentro ahí tanto tiempo nos da cierto termómetro de lo que es verdad y lo que es mentira en términos de las funciones de la autoridad, así como en términos del propio espectro de gente que está presa. Digamos que es muy intuitivo. Nosotros no somos activistas, nosotros hacemos cine, pero ya hay algo que podemos opinar. Felipe Cazals hacía la observación que finalmente todos tenemos un amigo, un familiar o un conocido que ha pisado la prisión. La cárcel no está tan lejos como nosotros creemos”.

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-Precisamente ahora que mencionas a Felipe Cazals, antes de ver en los créditos que contaron con su asesoría, es inevitable evocar El Apando conforme transcurre la película debido a la vigencia que mantiene esa obra. ¿Cómo fue el acercamiento y comunicación con él?

AGC: “La película tuvo un apoyo en desarrollo de proyecto y Cazals fue el asesor asignado, pero finalmente fue una decisión muy ad-hoc. Felipe describía a La 4ª Compañía como ‘Un gran fresco de la vida carcelaria en el sexenio de López Portillo’”.

MVA: “Es esa clase de decisiones que se toman desde las instituciones que de pronto son súper acertadas. Cazals enriqueció demasiado el proyecto desde toda su experiencia como director, pero también de toda su experiencia de vida, finalmente esos tiempos él los comprende mejor que muchos, tiene toda la cultura encima, tenía mucho que aportar en términos de qué potenciar y qué no. La conversación fue muy rica y sobre todo era llevada a la reflexión de nuestras propias decisiones, porque sabe de la responsabilidad que implica hacer una película como esta; yo creo que es lo que más rescato”.

AGC: “Aunque también era un detractor de partes sustanciales que tiene la película por su experiencia. Por ejemplo, decía que en El Apando ellos duraron menos de una semana filmando en Lecumberri, hasta que hubo un incidente con las actrices, quienes se quejaron que al entrar y pasar por una aduana se quisieron propasar con ellas. La producción se puso súper violenta y no quisieron filmar más en la cárcel, por lo que reconstruyeron todo eso en foro. Entonces él nos decía ‘Yo creo que ustedes deben de pensar en foro’ y nosotros éramos unos obsesivos y respondíamos ‘No, queremos la cárcel’. Al final tomamos las dos partes, las áreas comunes o algunas celdas las filmamos en Santa Martha y varios de los interiores, como las oficinas y otras celdas, sí los trasladamos a foro. Para ello tuvimos un gran director de arte que pudo recrear este ambiente”.

MVA: “Pero sólo por eso, porque vimos la calidad del trabajo de Jay Aroesty, nuestro director de arte, como para hacer las réplicas exactas. Creo que difícilmente el espectador alcanzará a distinguirlo. Y ese principio de rigor se aplicó en todos los departamentos. Había una exigencia extrema que seguramente era un dolor de cabeza en su momento para todos, pero era empujarlos a ir más allá. Yo creo que de pronto en el cine nacional puede haber una zona de confort y acá siempre fue dar mucho más de sí de lo que se necesitaba”.

-En el transcurso de la película es notorio que existe una ambigüedad con los nombres de algunos de los personajes reales; se sugieren –como en el caso de Olga Breeskin– o se modifican –como ocurre con Arturo Durazo–.

MVA: “Amir quería que usáramos los nombres reales, mientras que para mí fue absolutamente deliberado jugar con los nombres de los personajes justo porque la gente se escandaliza ‘¡¿Por qué no le pusieron Durazo?!’. Precisamente eso es lo fascinante de ese universo, le podemos poner el nombre que queramos pero tú sabes quiénes son y qué representan en la Historia del país. Eso me parece que tiene mucha más fuerza. A mí me gustaba más”.

AGC: “En algún momento también estaba el tema de protegerse: ‘¿Qué tal que alguien se enoja porque estamos mencionando estos nombres?’. Pero ya cuando encontramos los archivos que se incorporaron a la propia película se volvió el punto de no retorno: ahí está el personaje y su imagen, entonces brincas de la realidad a la ficción, brincas de la pantalla al espectador y su propio universo, y lo que tiene que aportar y completar con esa historia”.

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-Justo por ahí iba encaminado el comentario, ¿cómo jugar con estas dos caras de la misma historia?

MVA: “Desde la escritura así estaba concebido. Por eso esa escena final que te describí con el helicóptero, en mi imaginario el que iba a bordo era el espectador, que se alejaba de personaje y se quedaba en medio de una ciudad inabarcable hasta que se veía pequeñito hasta creer que había visto una historia de ficción. Al fin de cuentas, lo que te estás alejando del personaje es lo que te estás acercando a tu realidad, y a tu historia como mexicano, a la cual llegas a partir de la parte documental final que te recuerda que aquello se sigue viviendo hoy”.

AGC: “La función del epílogo es exactamente esa, traer a valor presente una historia de ficción. Este material de la cámara de seguridad de Topo Chico, que aparece al final, pone esta reflexión de que en algún modo toda la sociedad es responsable de esta historia, y recordar que la gente que está en la cárcel eventualmente va a salir”.

MVA: “Sí, cuando yo hablo de alejamos como sociedad hablo de todos, no hago distinciones entre autoridades, internos y espectadores. En esa realidad, esos Topo Chico y esos estados de las cárceles sí tiene una responsabilidad innegable del Estado, pero también hay responsabilidad en todo lo demás. Adentro de Santa Martha hay un mural emblemático que se llama Todos Somos Culpables, pintado a inicios de los años sesenta por un alumno de David Alfaro Siqueiros llamado Arnold Belkin, un artista plástico canadiense que hizo la reflexión sobre la vida de un interno y el cual precisamente la administración de la que hablamos lo quitó en 1982, alegando que deprimía a los presos. Se les hizo muy fácil cubrirlo con varias capas de pintura blanca, hasta que después, Juan Pablo de Tavira, el siguiente director de Santa Martha, quien era más sensible a la cultura, llega y se sorprende de lo que le ocurrió al mural. Sin embargo, había un interno quien recordaba muchos de sus trazos y sus formas porque lo miraba con frecuencia, y les ayudó a la gente de restauración que mandó el INBA a rescatarlo, reinaugurándolo hasta finales de 1993. A mí me pareció una metáfora muy cercana al asunto de la película. Siempre va a haber quien quiera silenciar, todos podemos llegar rápido a esa conjetura, pero nunca se puede silenciar lo suficiente, siempre hay alguien que se acuerda, que lo va a poder decir. Así como ese interno que se acordaba de los trazos con todo y pintura, habían muchos otros que conocen esas leyendas urbanas y que nos las contaron. Nosotros nada más le dimos una estructura cinematográfica y fuimos el altavoz para que se entere mucha más gente”.

NOTA: Después de haber resultado en la gran ganadora del Ariel 2017, recientemente se ha anunciado que La 4ª Compañía llegará a las salas mexicanas en el otoño de este mismo año.

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