Por Fernando Santoyo Tello / @FdoSantoyoTello
En el mundo del cine es común que, cuando un proyecto funciona, se intente seguir el éxito ya sea con secuelas o repitiendo la fórmula y los ingredientes que hicieran que determinada película superara expectativas. Esta práctica es la que ha hecho que tengamos incontables secuelas de filmes como Viernes 13, Rocky, Star Wars y una lista que sigue.
Lo anterior no es algo que esté mal. No podemos negar que todos nos hemos emocionado alguna vez con el regreso de algún personaje o de alguna historia que nos dejó satisfechos al cien por ciento en el pasado, aunque el problema es que en la actualidad esto ya ha sobrepasado todos los límites, llegando a una clara sobre explotación de marcas, personajes y universos.
En los cada vez más lejanos años setenta y ochenta se hicieron comunes las trilogías, aunque entonces no cualquier película era merecedora de una. Sólo unas cuantas podían aspirar a este honor, por nombrar las más representativas; El Padrino, Star Wars (antes de que George Lucas se volviera un mercenario sin visión), Volver al Futuro, Rambo, Arma Mortal (aunque al final fueron 4) y Rocky, que en aquellos años era la única saga no perteneciente al género del terror que fue acreedora a más de tres secuelas.
Todavía a principios del nuevo milenio, las trilogías seguían siendo la recompensa a cintas muy exitosas y consideras de culto de alguna manera; Matrix fue de las últimas junto a El Señor de los Anillos en seguir este patrón. Hasta que llegó la saga de Harry Potter, también a principios de los dos mil. Gracias a la saga del pequeño mago, los estudios vieron una mina de oro en las incontables secuelas y la explotación al máximo de las marcas. Los $7.723 millones de dólares recaudados en todo el mundo por la saga son el mejor indicativo de esto. Desgraciadamente es aquí donde comienza el declive de ideas en Hollywood, algo que al día de hoy es todavía más alarmante.
Los estudios comenzaron a ver los filmes como marcas y no como proyectos con alma propia o identidad. Comenzaron a ver todas las películas como una “cajita feliz” y no como una hamburguesa única y con su propia combinación de sabores. Lo importante ahora es conseguir éxitos de taquilla a toda costa, aunque se exprima al máximo una marca o sus personajes, casi siempre dejando seca a esa “gallina de los huevos de oro”.
Esto ha provocado también que cintas mediocres se hagan acreedoras a una saga. Tal es el caso de Underworld o Crepúsculo, aunque ésta última sí que gozó de cierto éxito de taquilla, a pesar de la muy baja calidad de los productos finales, caso parecido al de la reciente saga de 50 Sombras de Grey.
Es precisamente en el mundo literario donde Hollywood postró sus ojos para crear franquicias como si fueran churros gracias al éxito de Harry Potter o Los Juegos del Hambre, por nombrar algunas que funcionaron. Los estudios se dieron a la tarea de buscar cualquier conjunto de libros que pudieran adaptar para crear de ahí una saga de películas. Pero por suerte la jugada no resultó infalible, y de ahí que desde entonces sean más los descalabros que los éxitos.
Películas como La Brújula Dorada (Chris Weitz, 2007) que sólo recaudó $372 millones de dólares con un presupuesto de $180 millones, Eragon (Stefen Gangmeier, 2006) que ganó $249 con $100 millones de presupuesto o, peor aún, Hermosas Criaturas (Richard LeGravenese, 2013) y Cazadores de Sombras: Ciudad de hueso (Harald Zwart, 2013) que sólo ganaron las irrisorias cantidades de $60 y $95 millones respectivamente, ambas con un presupuesto de $60 millones.
Casos como estos se dan cada año en cantidades crecientes. Se puede decir que cada mes del año hay un estreno basado en alguna potencial franquicia, llegando a tal grado que ahora cualquier cinta exitosa, sea del género que sea, puede tener su transformación en saga o universo compartido (ahí está el universo de terror creado por El Conjuro como ejemplo). Por lo mismo, también los estudios en varias ocasiones le dan luz verde a un proyecto sólo cuando exista la posibilidad de convertirlo hacia esta fórmula, con todo y los riesgos de taquilla implicados.
Esta sobre explotación ha sido también la causante de que algunas franquicias lleguen a caer en horas muy bajas, explotando ridículamente una fórmula. La saga de Saw y Rápidos y Furiosos son ejemplos perfectos. O incluso una saga como la de Duro de Matar, que gozaba de gran respeto y admiración en todo el mundo, hasta que se convirtió en presa de una quinta parte desganada y a la que se le nota la premura de hacerse sólo por seguir haciendo uso de la marca y su personaje principal.
En realidad, quitando a Harry Potter y al universo creado por los súper héroes de Marvel, parece que el público se está cansando de tanta secuela, reboot, remake o precuela. Los números de muchos de estos proyectos así lo confirman. En mí texto titulado La nostalgia ya no vende en Hollywood hablaba de los descalabros de remakes como los de Robocop, Ben-Hur, el reboot de Los Cazafantasmas y las secuelas de Tortugas Ninja o Alicia en el país de las maravillas.
El reciente plan de Universal sobre crear un universo con los monstruos clásicos -inaugurado con otro innecesario remake de La Momia (Alex Kurtzman, 2017) – parece que no se llevará a cabo por la baja taquilla y las malas críticas que tuvo. Ni siquiera Tom Cruise pudo salvar este barco, que desde su concepción se veía apresurado y como un intento desesperado por competir con el cine de súper héroes y demás franquicias ya muy establecidas.
Por su parte, el cine de súper héroes abanderado por Marvel, y recientemente potencializado por DC con la incursión de La Liga de la Justicia, goza actualmente del apoyo del público y en ocasiones también de crítica, como sucedió a mediados de año con Mujer Maravilla (Patty Jenkins, 2017), duela de un decente 7.8/10 brindado por el público en IMDb y un buen 76/100 en Metacritic. Lo mismo ahora con la reciente Thor Ragnarok, que ya tiene un 73/100 en Metacritic y que, por si fuera poco, en menos de dos semanas lleva $473 millones de dólares recaudados en todo el mundo.
El problema con este sub género vendrá en un par de años, cuando la pantalla se inunde de personajes no tan famosos como Black Panther, Capitana Marvel, Shazam!, Aquaman y Cyborg; así como spin offs de personajes ya consagrados como los de El Joker, Harley Quinn, Flash, Linterna Verde, sin duda esto terminará por cansar al público tarde o temprano.
Tal es el caso de esta urgencia por sobre explotar personajes de los comics, que en DC están planeando no una, si no dos incursiones diferentes del payaso del crimen; El Joker. Una con el spin off de Harley Quinn, donde repetiría Jared Leto en el personaje principal, y otro más donde hasta Martin Scorsese fungiría de productor, según los rumores, y que retrataría los primeros años en el crimen de este personaje.
Esto último no sólo nos deja claro la falta de nuevas ideas en Hollywood, sino que esta tendencia no va a parar hasta que la burbuja que se ha ido creando explote irremediablemente en la cara de productores y estudios por igual. Al final, la última palabra la tiene el público.
Todos los datos de taquilla de: Box Office Mojo.
Datos de críticas de: Metacritic, Rotten Tomatoes e IMDb