Seleccionar página

ariel1

Por Alberto Acuña Navarijo / @LoungeYMartinis

La noche como ese espacio quimérico en el cual las distancias se comprimen, la noción del tiempo se altera y los encuentros que se antojan improbables simplemente ocurren. Ese es el escenario en el que se desarrolla Los Tiempos de Héctor (2018), el cortometraje de Ariel Gutiérrez Flores con el cual compitió recientemente en la 20° edición de Cinéfondation, la sección paralela del Festival de Cannes dedicada a los trabajos más notables provenientes de las escuelas de cine alrededor del mundo.

Protagonizada por Fermín Martínezy Andrea Portal, la tesis producida por el Centro de Capacitación Cinematográfica narra el atípico vínculo que durante sólo unas cuantas horas establecen dos outsiders en la Ciudad de México: un hombre entregado a asistir suicidios bajo sus propias reglas y una joven mujer que solamente desea morir.

1526778150344300

Unos días previos a su premiere en la Croisette, nos reunimos con el director en la Cineteca Nacional, donde charlamos acerca de la manera en que varios rasgos personales se filtraron accidentalmente en la ficción, de cómo estaba más interesado en crear personajes que en mostrar una postura política o moral, y también de la relación amor-odio que mantiene con la ciudad.

Ariel Gutiérrez Flores: “Este guión lo escribí hace cinco años. Comencé con la idea a partir de ver un documental que me llamó mucho la atención, que encontré por la recomendación de un amigo en una fiesta llamado Choosing to Die, conducido por un escritor británico de ciencia ficción que ya falleció, Terry Pratchett. El documental hablaba acerca de las posibilidades de tener una muerte digna y a mí me impactó muchísimo. En cada caso que presenta el documental, una vez que la persona tomaba la decisión de morir, hacía una exploración de su propia vida el último día y se le hace la pregunta ‘¿Qué te gustaría hacer antes de morir?’. Uno, por ejemplo, contesta ‘Quiero escuchar el disco blanco de The Beatles’. Entonces me parecía muy poderoso cómo definir tu vida de esa manera, sobre todo porque estaba atravesando un periodo complicado de depresión, tras la muerte del hijo de mi hermana, la cual puso a prueba la unión familiar”.

-Cinema Móvil: Si bien tu cortometraje no desea cuestionar el carácter clandestino de la actividad del protagonista, ni ser en algún momento un alegato en torno al suicidio asistido y su legislación en el país, me llamó la atención aquello que mencionaste hace unos días en la conferencia de prensa, acerca de que uno de tus actores te contó que en realidad sí existen personas que se mueven subrepticiamente haciendo estos procedimientos por dinero. ¿Qué tanto redefinió esta revelación el perfil del personaje o su progresión dramática?

“No se modificó mucho porque el personaje ya estaba aterrizado. Me interesaba que éste fuera oscuro, que tuviera esa pinta de hitman con su chaqueta de cuero y que le costara mucho trabajo relacionarse con la gente. Sin embargo sí me sorprendió que se realicen este tipo de cosas porque para mí era una ocurrencia. Pensé que tal vez sí podía suceder pero no tenía manera de investigarlo al no existir mucha documentación y por ser ilegal. Yo no tenía conocimiento de esto hasta que el actor Rafael Covarrubiasme platicó la existencia de personas quienes llevan una doble vida trabajando en hospitales y clandestinamente ayudando a la gente a bien morir. Ahora, en efecto, yo no quería hacer una apología ni un panfleto de ninguna cosa, ni siquiera recuerdo que haya hablado de eso con los actores, creo que más bien hablamos de los personajes y cuál es el punto de vista de éstos, más allá de nuestras posturas políticas, que pienso que coinciden”.

1526777619569141

-También el comentario viene porque en cierto modo este universo, llamémosle subterráneo, ajeno, representa algunos signos recurrentes en un cine mexicano reciente como el anonimato urbano o los personajes anti sociales.

“Me acuerdo mucho de una cita en El Divo dePaolo Sorrentino; el personaje de Giulio Andreottidice ‘Yo habré saludado a más de trescientas mil personas en mi vida y eso no me habrá hecho sentir menos solo’. Creo que son temas recurrentes por parte de cineastas que vivimos en grandes urbes porque estas nos consumen, nos confrontan con la gente y nos sentimos perdidos. No es casualidad, por ejemplo, que la soledad y esos personajes, suerte de criaturas de la noche que salen de los rincones, también son elementos recurrentes en el cine japonés teniendo a Tokio, la ciudad más grande del mundo. Por eso les ocurre esto a los dos personajes. Ella está rodeada de gente pero no es comprendida y no logra comunicarse, y él es un auto exiliado. Son al final dos formas distintas de concebir la soledad”.

-Hablando de grandes urbes, llevas ya varios años viviendo aquí pero siendo originario de Saltillo, ¿buscabas un retrato fiel de la geografía de la Ciudad de México, o lo que vemos es más una interpretación particular de sus espacios vistos desde fuera?

“Yo no sé si sea por venir del norte del país pero tengo una visión muy romántica de la ciudad. Los puntos donde los personajes transitan son aquellos donde yo he transitado. Por ejemplo, yo no conozco muy bien el oriente de la ciudad, siempre me he movido por el norte y el centro. A pesar de que ya llevo diez años aquí, lo que todavía me fascina y sorprende es cómo la ciudad está construida por diferentes esferas, donde se modifica la manera de hablar, la calidad de vida, las diferencias sociales se acrecientan y cómo en la noche, cuando las calles se vuelven solitarias, uno puede acceder a estas esferas en unos cuantos minutos.

Creo que se me colaron inconscientemente los lugares a los que iba de fiesta. Me decían ‘Vamos al Centro’,‘En Coyoacán hay algo’‘Jalemos a la Narvarte’. Además de que el tema mismo me lo ofrecía, quería mostrar la mayor cantidad de puntos porque creo que en el cine mexicano la ciudad siempre está retratada de una forma muy bipolar. Tenemos toda una serie de películas que suceden en el Parque México y sus alrededores o los lugares más lumpen, más sórdidos, rodeados de pordioseros. De ahí que haya planteado el cortometraje como una road movie, y por eso me enorgullece que la película sea tan ambiciosa en términos de producción, los cuales acabaron superando el propio esquema de la escuela”.

-Precisamente es común en el cine mexicano contemporáneo que la noche y la ciudad se asocien con planos cenitales de edificios modernos y de calles conocidas por su vida social efervescente, intentando capturar cierto cariz cosmopolita, digno de una postal turística.

“Sí, había el objetivo de no caer en las trampas de la postal turística, aunque déjame decirte que intencionalmente incluí la imagen del Ángel de la Independencia porque desde que era niño, cuando viajaba a la ciudad, me emocionaba. Recuerdo ver las revistas que editan las aerolíneas y siempre la ciudad estaba representada por el Ángel de la Independencia. Desde ahí fue una inquietud que tuve, porque siempre quise vivir aquí. Claro, ahora tengo una relación amor-odio con la ciudad. Es tan compleja pero es difícil dejarla, se queda, se imprime en ti y ya no te suelta. Creo que depende mucho del estado de ánimo que tengas y sí quería mostrar ese punto.

A mí me molesta mucho que la mayoría de las películas comerciales americanas comiencen con long shots de New York, Los Angeles o Boston, porque además de la falta de ideas y lo simplón del recurso, en todas estas los personajes no transitan necesariamente por esos puntos. Hay recovecos y lugares escondidos en todas las ciudades; lo que se ve en mi película son las grandes arterias, como Revolución o Tlalpan, que te llevan justamente a estos espacios. A mí me encanta subirme a las dos de la mañana al segundo piso del Periférico, es como si viajaras en una nave espacial de un planeta a otro, me parece una locura”.

-Mencionabas hace un momento que ya tenías muy bien definido a tu protagonista y sus características. Pero, ¿qué inquietudes buscabas proyectar en ambos personajes?

“Con Héctor, que interpreta Fermín Martínez, yo quería un personaje rudo, callado y solitario para que lo contrastara después con esa comprensión que le da a todos sus pacientes. Para mí eso elevaba al personaje y le daba complejidad. Recuerdo mucho al personaje de Mike Ehrmantraut en Breaking Bad, quien es un sicario pero que tiene una relación estrecha con su nieta; también recuerdo The Act of Killing, donde hay una secuencia durante la cual uno de los genocidas confiesa las cosas más terribles y atroces que había hecho para después con el resto de sus compañeros empezar a recrearlas y actuarlas; pero en otra secuencia él mismo es visto con su nieta, quien tiene un pato y el tipo lo toma con demasiado recato. Me gustaba que incluso esa persona que podríamos decir que es maligna pudiera tener esos asomos de humanidad y fragilidad sin ningún trato maniqueo.

Y en el caso de Mónica, que interpreta Andrea Portal, quería un personaje alocado y enérgico pero en el fondo muy vulnerable. Me gustaba verla como una niña, sobre todo en una de las secuencias finales, cuando ella ya tomó la decisión de morir y regresa al origen, a la infancia, pidiendo comer lasagna y ver una caricatura que originalmente en el guión era Blanca Nieves y los Siete Enanos, dos cosas con las que tengo muchos vínculos, ya que la lasagna era mi comida favorita cuando era niño y la bruja de Blanca Nieves siempre me aterrorizó. También originalmente se especificaba cuál era la enfermedad que tenía el personaje, sin embargo dentro del documental que me inspiró para escribir este cortometraje se menciona un concepto que nunca había escuchado, el cansancio vital como argumento para tomar la decisión de morir. Entonces, junto con Ernesto Martínez Bucio(el editor), opté por dejar muchísimas cosas abiertas del pasado de ambos personajes para que el público pudiera llenar esos espacios.

Así que claramente. más allá del tema, a mí me interesaban los personajes y las decisiones que toman; cómo se pueden conocer en estos encuentros improbables que a veces nos regala el cine. Me gustaba que la situación estuviera volteada, ya que él parece un muerto en vida y ella está llena de vida pero en realidad lo que quiere es morir. Quería que se viera ese contraste y eso hiciera que la relación se volviera muy extraña pero que atrapara al público, que se fascinara porque tienen poco en común”.

-Lo vemos también en las rutinas de Héctor, en las cuales haces hincapié (el rompecabezas que va armando, las llamadas telefónicas de sus clientes que recibe en la noche, en la que da instrucciones de manera más bien cortante, los medicamentos y las jeringas que meticulosamente va preparando, etcétera).

“Siento que todos hemos vivido en algún momento dentro de una rutina. Cuando estás tan desconectado, cuando ya estás abúlico, porque todavía cuando estás deprimido sientes, nada te apasiona, ya no te importan ni siquiera pequeños placeres que hay. Creo que él está en ese círculo vicioso, diferente al de ella. Él tiene siempre esta rutina donde cena lo mismo, ve lo mismo en la televisión, tal vez se echa un trago pero todo lo tiene muy controlado, por eso le pide a sus pacientes el dinero por adelantado y viaja en una motocicleta, por si tiene que huir por algún tipo de problema, por ende sólo consigue involucrarse superficialmente con estos. El personaje de Mónica estaba pensado como un detonador, todas las dudas que él pudo haber tenido y que quizás había callado dentro de su cabeza, con ella van saliendo y va entrando en una crisis porque lo lleva a situaciones impensadas: Nunca había fumado marihuana, nunca había ido a un concierto de rock, nunca había hecho cosas alocadas. Yo creo que ella lo sacude y genera un cambio en él”.

1526777134803460

-Y a pesar de que se produce un cambio en él, pareciera que este no es radical ni determinante. A diferencia de otras películas en torno a los últimos días en la vida de una persona y sus ajustes de cuentas, evitas cierto tono edificante, ese encuentro no necesariamente lo sublima.

“Creo que es sólo un episodio en la vida del personaje, obviamente no podemos saber ni su pasado ni su futuro. Pienso que él cambia pero no de golpe, creo que a todos nos ha sucedido en la vida una pérdida, un encuentro, una decepción que nos modifica. Creo que como personas morimos y renacemos constantemente. Así que este es un punto importante dentro de su vida aunque no se refleje inmediatamente, hay mucho camino que el personaje deberá recorrer y el final está abierto”.

-Esos espacios en blanco que deseas que el espectador vaya completando no sólo se encuentran en los backgrounds de los personajes, sino en las mismas conversaciones. Hay varios silencios que se producen en momentos clave.

“Los silencios se dan por la misma manera en que está filmada. El cortometraje está narrado desde el propio lenguaje en muchas maneras y, por ejemplo, en la secuencia final me interesaba que tuviera un two shot donde se permitieran las conversaciones, ver que cada comentario tiene una repercusión, ver cómo se producen todos estos silencios. O en la secuencia cuando fuman marihuana, la cual es el primer momento donde ellos intiman y se dicen cosas fuertes, sobre todo ella quien ha acabado por aceptar su situación, le hace preguntas que le son muy significativas como ‘¿A qué le tienes miedo?’, y él termina contestando ‘A todo’. Cuando se le bajan las defensas y la idea es que con estos planos largos puedas clavarte en ver qué les pasa, cómo escuchan, cómo van a responder. Me gusta ver cómo los actores se van desenvolviendo y comprendo lo que ellos tienen muchas veces contra los cortes, los actores constantemente se estimulan cuando se reflejan en el rostro del otro, en sus gestos y sus rasgos. Creo que no hay que privarle al público de participar en este juego”.

-Ahora que hablas acerca de las necesidades que generalmente tienen los actores y las herramientas que emplean para proyectarse en el otro, platícame del trabajo con tu pareja protagónica.

“A mí me gusta pensar que soy un director muy abierto. Por ejemplo, hay ciertos diálogos que me interesa que se digan de determinada manera porque tienen algún subtexto que me parece importante, pero hay otros donde me gusta que los actores se los apropien y de alguna manera los hagan suyos para que suenen verosímiles. Porque tú puedes escribir un diálogo pensando en cómo lo dirías, pero al actor no le queda bien porque no se siente cómodo. Hay actores, por así decirlo, más rígidos y otros más propositivos, a mí me gusta de las dos maneras. A veces puede ser duro que en un set te cuestione un actor porque puedes empezar a dudar, pero finalmente es muy enriquecedor porque de esos cuestionamientos pueden surgir muchas más ideas y se llega a ver al personaje desde otra perspectiva.

Andrea Portal era mucho de sugerirme cosas durante el rodaje y darle la vuelta al personaje: ‘Yo creo que ella se vestiría así’ o‘Yo no creo que esto sería lógico’; y Fermin Martínezcreía mucho en el trabajo que habíamos hecho previamente al rodaje. Con los elementos que yo le di él ya había construido un personaje y no quería romper eso ni salirse de esa dinámica, inclusive la chamarra negra que usa su personaje él la compró en un tianguis y la tuvo puesta toda una semana antes de filmar para meterse en el papel. Son maneras distintas de trabajar pero creo que me ayudan y curiosamente las dos formas se espejean con los propios personajes. No creo que sea gratuito que tengan la misma personalidad”.

1526777939312494

-Ya que se buscaba acentuar lo contrastante de los mundos de ambos personajes, ¿cómo fue la relación con tu fotógrafo?

“Me encantó trabajar con Argel Ahumada de Mendoza. La primera vez que le di el guión él me preguntó ’¿Estás enamorado?’, y me pareció una pregunta muy extraña porque mi cortometraje es romántico pero no en el sentido amoroso ni sexual, sino romántico hacia la vida, la ciudad y los detalles. Pero él me preguntó debido a esa vulnerabilidad, ese cariño que sintió en la historia y que uno experimenta cuando está enamorado, y me encantó que supiera leer algo que para mí era tan abstracto que no estaba escrito de ninguna manera en el guión.

A partir de ahí empezamos un proceso de ver muchas referencias y construir a los dos personajes; cómo queríamos que se vistieran o cómo serían sus casas para que hubiera dicho contraste, la de él tenía que ser con colores muy opacos y la de ella debía de ser un lugar donde todo fuera muy limpio. Trabajamos muchos aspectos, por ejemplo que la imagen se viera más cálida a partir de la secuencia donde fuman marihuana. Teníamos muy claras las cosas no sólo en términos de luz sino de lenguaje. En buena parte del cortometraje estamos muy lejos del personaje de Héctor hasta que la conoce a ella y nos vamos acercando cada vez más. Ya en el momento impostergable, al final la cámara está con él; más allá de la obviedad de tender a ilustrar que el personaje está sacudido emocionalmente usando cámara en mano, deseábamos plantear las distancias que se marcan entre la cámara y el espectador.

-¿Qué tipo de referencias veían?

Recuerdo que vimos muchas escenas que incluían motocicletas o bicicletas. Desde Ángeles Caídos deWong Kar-waihasta Oslo, 31 de Agosto deJoachim Trier,pasando por El Chico de la Bicicleta de los hermanos Dardenne. También terminamos viendo cosas de Angelopoulos o Haneke, aunque esto no tuviera mucho que ver con el cortometraje, porque creo que es un buen ejercicio ver cómo cada cineasta junto con su fotógrafo decide abordar cierta secuencia en particular. Incluso pienso en Kieslowski, el cual me interesa mucho y que es una gran influencia para mí, en El Decálogo trabajó con diez fotógrafos distintos y cada película está filmada de una manera totalmente opuesta al resto, inclusive No Matarás tiene la fotografía más radical de todas en color sepia.

Yo no estoy casado con un determinado tipo de lenguaje. Hicimos un shooting y, posteriormente por cuestiones de producción, la filmación se aplazó. Cuando lo retomamos volvimos a hacer un shootingpero ya era algo distinto. Creo que cada película dictamina el propio lenguaje, y sentía que por el tono que yo le quería dar, los planos largos, una cámara que se mueve poco y los espacios cerrados le convenían al cortometraje. Es muy distinto a mi trabajo anterior (Clarisa, 2012), con planos secuencias y cámara en mano. Para mí fue uno de los procesos creativos más ricos”.

1526778015196361

-Comentabas en la conferencia de prensa que estás escribiendo la que sería tu ópera prima, la cual se desarrollará en tu Saltillo natal, una ciudad ignorada por el cine nacional. Todavía es prematuro pero, ¿qué se puede decir al momento?

“No me gustaría contar tantos detalles porque tú sabes que los guiones cambian y dependen de la etapa en la que uno se encuentre, de cómo se ve la vida. Pero bueno, me interesa hablar de un tema más personal, porque más allá de que estoy presente en mis trabajos filtrándose cosas inconscientemente, desde gustos hasta mi manera de hablar, mis tres cortometrajes suceden en la Ciudad de México, incluso guiones que por cuestiones de esquemas de producción no se hicieron y terminaron como cuentos o ideas que simplemente quedaron perdidas y traspapeladas ocurren aquí, y eso me llevó a cuestionarme ‘¿Cómo que no pasa nada interesante en Coahuila?’. Tal vez haya sido porque me costaba trabajo hablar de una vida pasada con la que ya tengo poco en común, pero mi familia y mis amigos me recriminaban el por qué no situaba nada allá. Hasta que regresé a Coahuila empecé a escribir el guión, el cual fue fluyendo, y decidí finalmente ubicar la historia allá, la cual es acerca del secuestro express que sufrió mi madre, quien estuvo apartada en una habitación de hotel durante unas diez horas. No le sucedió nada pero esas horas que viví fueron las más horrendas y extrañas que he tenido, y reaccioné de forma irracional queriéndome apartar y regresando a la Ciudad de México sin tener la posibilidad de digerir bien lo que pasó.

Pero ahora me interesa abordarlo, no desde el punto de vista sensacionalista sobre la violencia en el país porque, sin afán de criticar, creo que muchas películas mexicanas abordan la violencia desde una parte muy lejana, alimentada por los periódicos y no con la experiencia de vida. Me gustaría ver cómo se modificó en el noroeste y en general en todos lados el estilo de vida de las personas, cómo la cultura de la banda buchona con toda su iconografía, se infiltró a nivel nacional pero más allá de hechos grandilocuentes situarlo en un seno familiar.

Me parece que es injusto que se diga: ‘Eso ya se ha visto mucho’, demeritándolo y hasta etiquetándolo, porque creo que en México apenas estamos entendiendo y asimilando lo que está sucediendo. Existe una generación del narco que ya nació con un país así. Cuando era niño la gente de Saltillo se enorgullecía diciendo que era una de las ciudades con mejor calidad de vida. Recuerdo que en los primeros años de los dos mil salió en un listado y competía con Montevideo como la ciudad latinoamericana con mayor ingreso, la más segura, además de que no era tan caótica por no ser tan grande, entonces tenía ese prestigio y terminó por convertirse en una de las ciudades más inseguras del país junto con Monterrey y Torreón, un verdadero campo de batalla. Por ejemplo, en una ocasión hubo una balacera que duró ocho horas, calles cerradas, las líneas telefónicas caídas, la gente desquiciada. Entonces, ¿cómo pasó de ser una ciudad modelo a un fracaso que es al final el fracaso del Estado mexicano?”.