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Por Alberto Acuña Navarijo / @LoungeYMartinis

¿Es posible que surja una historia de amor en medio de un ambiente hostil y violento? ¿Se puede escapar definitivamente de los demonios, esos que van tomando forma a través de los años provocados por el mismo entorno? Con esas interrogantes en mente, la directora Kenya Márquez filmó su segundo largometraje de nombre Asfixia, el cual compitió en el 16° Festival Internacional de Cine de Morelia y que se inscribe en un cine que ve los espacios urbanos como impersonales, inmisericordes y abrumadores, pero en donde se logran incubar historias como la del encuentro fortuito entre Alma y Clemente; Ella, una mujer albina que intenta recuperar el tiempo perdido y a su hija, tras pasar un largo periodo en la cárcel por estar envuelta en un caso de tráfico de medicinas; Y él, un hombre sumido en la hipocondría producto de la muerte de su hijo.

Minutos después de la primera proyección de la película en el festival, nos reunimos con la realizadora en el céntrico Jardín de las Rosas -el cual poco a poco se iba llenando de periodistas y reporteros que veían una banca o una fuente como un perfecto e improvisado set, esperando su turno- para platicar un momento acerca de las preocupaciones y obsesiones que quiso reflejar en la película, protagonizada por la debutante Johana Fragoso y el también actor Enrique Arreola.

-Cinema Móvil: Comentabas en la conferencia de prensa que el origen de tu película se da a raíz de una nota periodística que encontraste en torno al sistema carcelario del país. Platícame un poco más de su contenido, ¿qué detalles en específico captaron tu atención?Kenya Márquez: “Así es, la historia se me ocurrió a partir de una nota que leí hace muchos años, me parece que en La Jornada la cual hablaba del sistema penitenciario en México, de la sobrepoblación que este tiene y al final establecía que el 60% de las mujeres que están en prisión fueron embaucadas e implicadas por la pareja, cometieron algún delito por amor y eso me pareció muy fuerte y terrible. Después de leer eso empecé a hacer muchos viajes a los penales de Jalisco tanto los femeninos como los masculinos y estuve platicando con varias presas, en algún punto tuve la duda si debía que hacer un documental porque me clavé mucho en el tema y más porque me impresionó saber que cuando ellas terminan en la cárcel se quedan solas, es decir con el hombre siempre llega a visitarlo la mamá, la novia, los hijos, siempre hay una presencia que intenta sacarlo y en el caso de la mujer no, esta queda olvidada, perdida, castigada.

Si bien, decidí quedarme en la ficción, quise plantear esto y llevarlo al camino del personaje de Alma y aunque la cárcel no está como tal en la película sí parte de la salida de ella de este lugar, la dificultad que tiene para reinsertarse y cómo finalmente debe de afrontarlo, mientras que se aborda temas como la discriminación y la violencia. De cualquier forma creo que estoy en deuda con las presas que visité y con sus historias, siento que debería de hacer algo más porque estas me marcaron mucho”.

-Y lo abordas en un contexto en el cual el simple hecho de insinuar que vivimos en un país que puede llegar a ser profundamente discriminador, causa incomodidad, se trata de negar.

“Me parece que es una obsesión que me ronda la cabeza y está presente en mis trabajos de una u otra forma porque me enoja mucho que suceda esto, es lo peor que le puede suceder a un ser humano, ser discriminado por el aspecto o la forma de ser o por lo que piensa y que aquí ocurre mucho. Por eso quería plantear la historia de un personaje que tuviera una doble discriminación: salir de la cárcel enfrentándose a una sociedad con todas las implicaciones que esto significa y aparte tener la característica de ser albina, condición que absurdamente se sigue considerando como una enfermedad.

Y bueno, a partir de esa historia tocar otros temas como la violencia hacia la mujer o el servicio de salud, el cual entra en un juego muy perverso en determinadas clases sociales, pero siempre siendo sutil, evitando el panfleto, creando una capa muy profunda ahí para que la sintiéramos más que verla o escucharla”.

-Existe una secuencia en particular que creo, define la esencia de Asfixia que es aquella en la que Alma y Clemente exponen sus cicatrices, confiesan sus pasados, se abre la posibilidad de empezar algo juntos.

“Me da mucho gusto que menciones esto porque esa secuencia para mí era la más importante de la película, justamente es donde podíamos conocer realmente lo que sucedía con los personajes y lo que pasaba por sus cabezas por lo que la trabajé muchísimo con los actores y mi co-guionista Alfonso Suárez Romero, quien es de hecho el que planteó la idea original de un personaje hipocondriaco y su relación con la enfermera que lo cuida.

Para mí era importante contar una historia de amores y desencuentros, de dos soledades que tienen diferentes destinos por las decisiones que toman y por la misma complejidad del ser humano. Son esas decisiones las que provocan que uno se quede anclado en su dolor, en la asfixia y el otro regrese a la vida a pesar de las pérdidas. Digamos que se trata de una historia de un amor hipotético, de una posibilidad que está ahí”.

-La cual ocurre en una ciudad con sus estaciones del metro desquiciantes, sus mercados laberínticos, sus puentes percudidos, en donde pareciera que no hay oportunidad para pensar en eso.

“Era importante que la historia se contara en una gran ciudad porque yo quería mostrar espacios con los que el personaje se sintiera minusválido, chiquito, sin posibilidad de sobresalir; normalmente las personas que salen de prisión no pueden ni voltear hacia arriba, les cuesta trabajo, les cuesta atravesar las calles o ver los semáforos y yo buscaba que esto se sintiera aunque no lo contara tal cual en la película.

Yo soy de Guadalajara, entonces obviamente todas las locaciones me sorprendían, me abrumaban, me imponían, e intenté retratar su inmensidad desde otro punto de vista, desde otra postura y hablar de cómo se siente ser uno más entre tantos, de cómo cada quien tiene su propia historia, de cómo aunque convivimos con el otro que está a nuestro lado, en realidad no lo vemos”.

-Así como le ocurrió recientemente al director Jorge Pérez Solano quien para su película La Negrada se topó con la limitante que en realidad no existen actores afromexicanos, a pesar de su intención de darle mayor visibilidad a una población del país por lo general ignorada, me supongo que actrices albinas se cuentan con los dedos.

“Sí, fue un proceso muy complejo el encontrar a una actriz albina, en sí sólo encontramos a una en España y obviamente eso cambiaba completamente la intención de la historia. Duré casi cuatro años en la búsqueda de Alma lo cual me llevó a recorrer todo el país y casi dos meses antes de que empezara la filmación conocí a Johana Fragoso quien en su vida diaria es psicóloga y para mí fue un gran y afortunado encuentro.

Más allá que hizo su casting y tuvo un entrenamiento actoral durante un mes, trabajé con ella desde otros puntos como directora, de podernos encontrar humanamente, de compartir nuestras preocupaciones y recuerdos, de mostrarle lo que quería contar. De niña yo fui muy discriminada por otras circunstancias, entonces construimos el personaje de Alma a partir de experiencias mutuas. Para mí me cambió la perspectiva de cómo dirigir, me daba mucho miedo trabajar con un actor natural y que se notara la diferencia en relación con un actor profesional, era la primera vez que yo lo hacía pero al final quedé muy contenta. También debo de mencionar la generosidad que tuvieron Enrique Arreola, Mónica del Carmen y Raúl Briones, la cuidaron mucho, la integraron para que todo funcionara en la película”.