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Estocolmo (2013) es la producción española del director Rodrigo Sorogoyen donde nos presenta un drama psicológico envuelto en un diálogo activo capaz de retener de inmediato tu percepción. En una noche de fiesta, dos desconocidos alcanzan a intercambiar un par de palabras, razón suficiente para aproximarlos a una relación emocional de dominio y afecto.

Recuerdo que leí  en un libro de psicología un asunto vinculado a las relaciones de pareja y mencionaba que en toda unión sentimental siempre había una parte con mayor poder sobre la otra. Esas palabras aparecieron en mi cabeza mientras veía Stockholm del director español RodrigoSorogoyen,que encuadra la aceptación de un suceso contra la voluntad propia y con un óptimo manejo de fotografía, la cinta distingue cada etapa de este proceso.

Él (Javier Pereira) platica con su amigo en una fiesta. Ella (Aura Garrido) convive con sus compañeras al otro lado del cuarto. Al cruzarse en su camino, él decide conocerla pero ella lo rechaza de inmediato y de manera insistente la seguirá hasta donde sea posible. Con una persistencia hasta incómoda, logra que ella responda al diálogo que él le propone.

Las calles terminan su misión y la próxima estación será el departamento del joven adulador. Ella es reservada pero las intenciones de su pretendiente son cada vez más repetitivas. Los diálogos se comparten en una batalla de preguntas para resolver las sospechas y los secretos que guarda cada uno. Como un rompecabezas, el convencimiento será la pieza clave de un impulsivo acuerdo.

A pesar que el guión parece más a un interrogatorio, las actuaciones toman fuerza propia mientras avanza la cinta.Stockholm tiene un inicio  hasta común, un hombre decidido a conocer una mujer, sin embargo, el asombro surge cuando la historia parece dividirse como un segundo acto teatral y esa ruptura replantea todo lo que ha sucedido antes.

Las conductas y las reacciones de los personajes tienen un vínculo directo con el título de la película y en esa “otra” parte del relato se debe poner más atención. Con un drástico cambio en su estado de ánimo, Javier Pereira yAura Garrido llegan a un clímax que parece extenderse hasta el final de la cinta. Esa misma alteración se nota en su entorno, es decir, la propia ambientación, la luz de día, la fotografía y lo más importante, en sus diálogos. Estos ingredientes producen en Stockholm un hábil y sutil planteamiento de lo que significa la palabra retención.

Por Miguel Colín / @terrorconm