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cinema movil alfred hitchcockLa frase «nadie es esencial», ¿puede ser aplicada también en el mundo cinematográfico? Sí, y no. Aunque el séptimo arte no se ha detenido aun ante la muerte de grandes mentes maestras como Alfred Hitchcock (13 de agosto de 1899 – 29 de abril de 1980), sus aportes son de proporciones tan vastas e incalculables, que imaginar el cine a partir de la segunda mitad del siglo XX sin él, resulta caótico.

Aunque nuestra infancia no haya transcurrido en la época dorada de «El Maestro del Suspenso», en la década de los 60, hemos estado expuestos a su cine de un modo u otro a través de parodias en caricaturas u homenajes en otros filmes; algunos ya sabíamos de su existencia quizá antes de conocerle, a través de su manera de hacer cine. Tan característico es su sello en pantalla grande.

El también cineasta y crítico francés, François Truffant, en el libro El cine según Hitchcock, ya da cuenta en 1967 de la vasta influencia que el director inglés había ejercido en el séptimo arte a nivel mundial. Desde Orson Welles con The Stranger (1946), Ingmar Bergman (Prison y El manantial de la doncella, 1949 y 1960, respectivamente), Akira Kurosawa con Cielo e infierno (Tengoku to jigoku, 1963), Roman Polanski con Repulsion (1965), y hasta la saga de James Bond (iniciada en 1962), que en palabras de Truffant «representa con nitidez una caricatura grosera y torpe de toda la obra hitchcockiana», en particular de North by Northwest (1959).

La Teoría del Big Bang, que explica la creación del universo a través de una masiva explosión, dice que el evento fue de tales dimensiones que la onda expansiva aún se hace sentir en el cosmos. El cine de Hitch, como también era conocido, es comparable en este sentido: no sólo influenció a directores de su época, sino que involuntariamente ayudó a crear corrientes y modos muy particulares de realización cinematográfica.

Psycho (1960) es, sin duda, la cinta más famosa del director, y en particular de la escena del asesinato en la ducha se ha dicho que son «los 45 segundos que cambiaron la historia del cine». Al respecto, en el mencionado libro de Truffant, Hitchcock es cuestionado sobre qué le llevó a adaptar el libro de Robert Bloch a la pantalla grande, y su respuesta fue precisamente esta secuencia. «Creo que lo único que me gustó y me decidió a hacer la película era la instantaneidad del asesinato en la ducha; es algo completamente inesperado».

Aquí las novedades fueron mucho para el público, y también para los cineastas del momento: desde el gran trabajo de edición, el número de ángulos y planos, la música apabullante de Bernard Herrmann, hasta el acto mismo de matar a una mujer en la ducha de un modo tan brutal; esto último, también fue una puñalada para el espectador de la época, quienes como Marion Crane en la ducha, se sentían seguros en sus butacas.

A partir de entonces, la industria vio el gran potencial económico de la violencia en el cine, y esto alimentó la ola de cine slasher que invadió las salas en la década de los 70 de la mano de filmes como The Texas Chain Saw Massacre (1974), Halloween (1978), Friday the 13th (1980) y la lista continúa hasta nuestros días.

Decir que sin Hitchcock estas películas jamás habrían visto la luz, sería egoísta; sin embargo, gracias a cómo Psycho burló la censura en su tiempo (fue grabada en blanco y negro para que la sangre de la escena de la ducha pasara los filtros de aceptación) fue que otros directores se vieron inspirados para explotar el potencial de las armas blancas y la sangre.

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No obstante, Hitchcock se convirtió en adjetivo gracias a un aspecto en particular: el suspenso. Truffant decía al respecto: «El suspenso es, antes que nada, la dramatización del material narrativo de un filme o, mejor aún, la presentación más intensa posible de las situaciones dramáticas».

En esta vía, Psycho es también un gran ejemplo del suspenso. ¿De qué manera? Del tiempo que se da para crear ansiedad en el espectador, con la sombra de la anciana y el cucho en la cortina de baño, las tomas tan cerradas, y en general toda la cinta, con el misterio que envuelve a Banes, a su madre y a todo el lugar.

Sin embargo, la muestra perfecta de suspenso se da en Vertigo. La atmósfera creada por el director en un juego de identidad, dramatizada por la narrativa visual como el contra-zoom (también llamada Efecto Vértigo) creado por Irmin Roberts, dan cuenta de qué tan importante es el cómo, a la par de qué se va a contar.

Truffant continúa sobre el suspenso: «Hacer un filme (para Hitchcock) no es un juego entre dos (el director + su película) sino entre tres (el director + su película + el público)». En este sentido, Hitch también es una lección en contra del egoísmo que invade a ciertos directores, quienes sólo piensan en que ellos puedan entender sus cintas.

¿Hasta dónde se ha hecho sentir la onda expansiva del suspenso hitchcockiano? Recurramos a los clásicos para dimensionarlo: desde la referencial Charade (1963), la pre-slasher Le Boucher (1970), el suspenso musical en Jaws (1975), el casi-homenaje de Brian DePalma en Dressed to Kill (1980) y Blow Out (1981), hasta cintas más recientes como el intrigante thriller de David Ficher, Se7en (1995), el suspenso asiático de Chan-Wook Park en Oldboy (2003), e incluso la demencial Shutter Island (2010) de Martin Scorsese. Cualquier cinta que le haya hecho pasar por momentos de ansiedad y nervios, tiene el sello de Alfred, de un modo u otro.

Demos conclusión con un elemento fundamental para el cine del director inglés: la música. Como dijimos líneas arriba sobre el aporte de Bernard Herrmann en la escena de la ducha es fundamental; el mismo Hitchcock dijo que 33% del efecto de Psycho fue a través de las cuerdas de Herrmann. El mismo efecto podemos percibir con virtuosismo en Vertigo, donde el suspenso también es sonoro.

Sin embargo, no se trata de la música per se, sino del papel del sonido en sí. El ejemplo de ello es The Birds (1963), que simplemente no cuenta con música, algo que suele pasar desapercibido puesto que a pesar de la ausencia de un score (aunque existen unos tamborazos en los créditos iniciales, que bien podrían ser homenajeados en Birdman), sí existe un trabajo sonoro por parte de Herrmann: el sonido de las aves.

Si ya vieron la cinta, recordarán los desesperantes cantos de los niños en la escuela mientras la bella Melanie Daniels espera afuera. Son repetitivos, generan ansiedad y juegan el papel de un dramático preludio. Hitchcock no sólo entendía de un modo grandioso la función de la música en el cine, sino del sonido mismo.

¿Nadie es esencial en el cine? Probablemente. Sin embargo, son las aportaciones tan trascendentes de figuras como Alfred Hitchcock las que han ayudado a que el séptimo arte continúe en evolución, explorando nuevas temáticas e historias, pero también modos y recursos.