Contemplar la angustia latente por las palabras que nunca se dijeron y que asfixian la existencia, la angustia por el sometimiento a la esclavitud en la tierra propia, la angustia por el cansancio que carcome la vida hecha polvo y cenizas, la angustia por el destierro y la muerte como única salida.
La tierra y la sombra, ópera prima del cineasta caleño Cesar Acevedo, fue rodada en el Valle del Cauca y nos lleva al adusto universo de una plantación de caña de azúcar para relatarnos una historia sobre el desarraigo, la pérdida de la identidad y de la tierra.
La película nos invita a aproximarnos a la densidad del recuerdo, de realidades que son eco de otras historias, de la vida de millones de personas, nos invita a alejarnos del vertiginoso bombardeo de imágenes canonizado como formula narrativa audaz en el cine contemporáneo, para enfrentarnos a la contemplación abismal.
Para el cineasta soviético Andrei Tarkovski, la sensibilidad en el cine surge cuando se reconoce claramente que lo que se ve en el plano no se agota en aquello que se representa visiblemente, sino que tan sólo se insinúa algo que tras este plano se extiende de forma ilimitada al hacer alusión a la vida misma, a su duración, insinuada en la duración del plano.
La tierra y la sombra está compuesta por extensos planos-secuencia en los que la cámara permanece inmóvil o se mueve con una gran lentitud, permitiendo al espectador sumergirse en la contemplación de la vida agitada por las emociones que se desbordan más allá de la pantalla.
Acevedo en una entrevista con la agencia AFP, relata cómo la idea de la película surge a partir de una experiencia personal que puso en dialogo con las realidades de su tierra natal y de quienes la habitan: “Esta película nació de un dolor personal. Mi madre acababa de morir, mi padre era como un fantasma. Quise hacer una película, pero todo lo que había venido a buscar había desaparecido con ellos, entonces tuve que tomar distancia.»
La película fue galardonada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes con la Cámara de Oro. A este se suman tres premios más: el SACD (sociedad de autores), el France 4 Visionary Award (Premio Revelación) y Le Grand Rail D’Or (Premio del público).
La problemática de la tierra que se mantiene en la sombra
Luego de ver La tierra y la sombra pueden quedar circulando preguntas sobre el contexto en el que se desarrolla la historia, que aunque son las plantaciones de caña en el Valle del Cauca, nos remite a una realidad latinoamericana irrefutable: la concentración de la tierra en pocas manos y las difíciles condiciones laborales en el sector agrario. En Colombia el 1,5% de los propietarios, latifundistas y empresas agroindustriales acaparan el 52% de la tierra, mientras que el 93% de pequeños propietarios y minifundistas – comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas – sólo tiene el 29,6%.
Desde comienzos del siglo XX los grandes hacendados han desterrado a los campesinos, indígenas y afrodecendientes del Cauca, destruyendo su forma de vivir y obligándolos a trabajar primero como esclavos y luego bajo distintas formas de servidumbre. En la actualidad ingenios azucareros y monocultivos con variedades genéticamente manipuladas dominan los terrenos fértiles del Valle del Cauca.
Al servicio de los ingenios azucareros, los corteros de caña tienen que trabajar un promedio de 12 horas diarias para recibir un salario con el que a duras penas sobreviven. Estos ingenios azucareros históricamente han eludido responsabilidades contractuales con los corteros, a través de intermediarios y cooperativas de trabajo asociado a quienes deben entregarle parte de su salario para cubrir por si mismos los costos de su salud y seguridad social.
El foco de inversión de los ingenios, lejos de buscar mejorar las condiciones laborales de los más de 12.000 corteros, se orienta a la mecanización de los procesos de corte de la caña. En Colombia está mecanizado el 15% de las 230.000 hectáreas sembradas, con lo que en una cosecha los ingenios pueden pasar de emplear 120 personas a sólo 4, dejando al resto sin posibilidades de subsistencia.
Por Raúl Vidales
En Cartelera: Cine Tonalá Colombia.