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Los clichés del cine de terror han convertido al género en uno difícil de ser logrado en pantalla, pero vamos: hay niveles. Aún siendo blockbusters, tenemos muestras de que manejando correctamente los convencionalismos del género, se puede ofrecer al público una historia entretenida, visualmente escalofriante y con momento de auténticos sobresaltos en las butacas. Y luego, tenemos Ouija.
El argumento de la primera cinta de Hasbro (sí, la compañía que nuestras figuras de Sr. Cara de Papa tienen impresa en el pie) es tan flojo que basta ver el póster para deducir de qué va, pero para los despistados que aún no hayan visto el material promocional, cuenta la historia de Laine (Olivia Cooke), quien después de un extraño (sospechosísimo) encuentro con su mejor amiga de la infancia, Debbie (Shelley Hennig), se entera al día siguiente de que ésta cometió suicidio. Así, en pleno velorio, Laine encuentra un tablero de Ouija, y esto le lleva a jugarla para intentar contactar con Debbie, suponiendo que responderá ya que la jugaban de niñas. Sin embargo, a lo único que despertará es un antiguo mal que casualmente reside en la casa, y tendrá que buscar el modo de hacer que vuelva a su largo letargo.
Líneas arriba hablamos de los convencionalismos del género, y despertar a antiguos espíritus en hibernación por un acto estúpido de sus protagonistas, está en el top 5 de ellos. No obstante, en el debut de Stiles White se siente forzado, como sacado de la manga. ¿Qué tal un poco más de coco en la historia?
En la misma línea van las actuaciones. No vemos a una Laine devastada por la muerte de Debbie, no; la vemos jugando al boy scout. Además, los demás actores pasan tan desapercibidos que perderlos no significa nada para el público, y sus muertes son tan poco creativas que apenas te enteras de que pasaron. Los efectos especiales, en realidad el verdadero fuerte de White en filmes como The Sixth Sense (1999) y Jurassic Park III (2001), también son uno de los pocos aspectos destacables de la cinta, y no porque sorprendan o envuelvan al espectador, sino porque sencillamente cumplen con su cometido.
Ouija pareciera haber sido concebida con el objetivo de que el público, en su mayoría adolescente, recurra a un buen faje con su acompañante o al desmadre con sus amigos para hacer valer el dinero de las entradas. ¿Entretenida? Quizá, aunque también sumamente olvidable.