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cinema movil mañana 1Dentro de aquel pequeño fenómeno relacionado con un original cine mexicano descentralizado, filmado únicamente por talento regional, mismo que ha cobrado forma en el último lustro; el caso del tándem integrado por los regiomontanos Alexandro Aldrete y Gabriel Nuncio, amigos y cómplices desde los años noventa, resulta particular.

Por una parte, Oliendo a Perro (2011), debut del primero con producción a cargo del segundo (el cual fue calificado en su momento como “Pink Flamingos pero hecha en Monterrey”) es una comedia insólita, una perfecta polaroid de la ciudad, que transita de manera natural y relajienta entre colonias de clase media como Mitras Centro y exclusivas zonas residenciales como Contry La Silla (con todo y letreros que acentúan el peculiar tour); para poder narrar veinticuatro horas en la vida de un par de colegas buenos para nada quienes aprovechan su sub-empleo en un estudio fotográfico para subir el material protagonizado por mujeres atractivas a una página de porno amateur.

Por otro lado, Cumbres (2013) en donde la pareja invirtió papeles, abandona el morbo de aquel célebre caso de nota roja ocurrido hace nueve años en la colonia del título, sólo tomándolo como punto de partida para un entrañable road trip que emprenden dos jóvenes hermanas antes que la mayor deba entregarse a la justicia por un escabroso crimen que cometió. Si bien, su fotogenia permanece prácticamente invisible, Monterrey otra vez se convierte en personaje central de la película, por medio de una esencia netamente local en cada diálogo (esa logradísima escena cuando las chicas hablan de sus respectivos novios), en cada actitud, en cada gesto; dotándola de una sorpresiva espontaneidad.

Valga tal recapitulación, ya que para Mañana Psicotrópica (2015), cinta en la que nuevamente los realizadores cambian de roles, Aldrete se reinventa por completo, abandonando esta ocasión su ciudad natal, trasladándose a Querétaro, para describir cómo el lazo de amistad de un grupo de veinteañeros se va definiendo a partir de toda variedad de drogas, sexo, música electrónica, charlas banales y excursiones al bosque.

¿De qué forma se puede evitar el caer en los más recalcitrantes estereotipos clasistas por los que el cine mexicano siente una malsana fascinación? ¿Cómo conseguir un retrato fiel, honesto y sin tabú alguno protagonizado por adolescentes? Quizá no le caería nada mal a más de un director preguntarle la clave a Alexandro Aldrete.

Porque no sólo se trata del hecho que haya encontrado de manera fortuita por medio de las redes sociales a su elenco de no-actores que se interpretan a sí mismos (finalmente, a estas alturas del partido, ¿cuántos casos así no hemos escuchado?); sino que resulta notorio que escribió el guión con conocimiento de causa, gozo (por ejemplo, aquella genial secuencia de la fiesta musicalizada por “Love and Darkness” de Bufi, en donde uno de los personajes baila delatando euforia, felicidad e intoxicación química en el rostro, le resultará demasiado familiar a cualquiera que haya consumido éxtasis); y una bienvenida anti-solemnidad, a diferencia de un filme como Los Muertos (Santiago Mohar Volkow, 2014), con el que inevitablemente se hermana Mañana Psicotrópica y sus noches que parecieran no tener fin, y que sin embargo, termina siendo regañona y hasta con un discurso asustadizo en torno a cómo una juventud elitista y decadente coexiste con la brutal realidad social, ello a juzgar por momentos gratuitos como el de los cuerpos ejecutados encontrados en un automóvil, o el del plantón ocupando el Zócalo.

Imposible que fuera de otra manera, Mañana Psicotrópica está construida a partir de una historia circular, que describe un largo fin de semana. Ahí están pues, la dealer de cabello bicolor y tatuajes en las piernas, el chico que va postergando repetidamente la promesa de unas vacaciones en la playa, o el primo de este, quien sólo unos días atrás intentó suicidarse cortándose las muñecas, en una serie de episodios acerca de la insatisfacción, el ocio y lo efímero. ¿La película nacional que mejor ha medido el pulso y la sensibilidad adolescente de nuestros días?